El Gobierno de Venezuela ha ordenado el despliegue de 200.000 militares en respuesta a lo que considera una «amenaza» de Estados Unidos, tras la llegada del portaaviones USS Gerald R. Ford al Caribe. Con más de 4.000 efectivos y múltiples aeronaves a bordo, esta acción marca un punto álgido en las crecientes tensiones entre Caracas y Washington, intensificadas por recientes ataques estadounidenses a embarcaciones supuestamente vinculadas al narcotráfico que han resultado en 75 muertes desde septiembre.
El ministro de Defensa venezolano, Vladimir Padrino, comunicó que este despliegue busca resguardar no solo a Venezuela, sino a toda Latinoamérica de esta supuesta amenaza militar. Por su parte, el presidente Nicolás Maduro ha anunciado la formación de «comandos de defensa integral», compuestos por civiles y militares, con el objetivo de prepararse ante una potencial «lucha armada» contra Estados Unidos, reflejando así la creciente preocupación por la falta de recursos y personal en las fuerzas armadas de su país.
Además, la comunidad internacional muestra señales de inquietud. Recientes críticas de Francia han puesto de relieve la inestabilidad en la región y la posible violación de leyes internacionales por parte de Estados Unidos. Lo más notable es el cambio en la postura del Reino Unido, que ha cesado la colaboración en inteligencia relacionada con estas operaciones, evidenciando un distanciamiento entre aliados ante lo que consideran una violación del derecho internacional y un uso indiscriminado de la fuerza.
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