Macron en la Búsqueda de Aliados dentro de la Izquierda: La Estrategia hacia los Socialistas

En un paralelismo político digno de estudio, Francia se sumerge en una crisis de gobernabilidad que revive los ecos de la turbulencia política vivida en España hace ocho años. En aquel otoño de 2016, España enfrentaba un impasse político tras dos elecciones generales que no lograron establecer una mayoría clara, un escenario complejo que Mariano Rajoy intentó desbloquear confiando en la abstención del PSOE.

Hoy, Francia se encuentra en un laberinto político posiblemente más enrevesado. Tras las elecciones legislativas anticipadas celebradas el 7 de julio, el país se encuentra sin un Gobierno plenamente formado a lo largo de 46 días, marcando un récord histórico. El foco de atención se desplaza hacia el Partido Socialista (PS), la pieza clave que Emmanuel Macron necesita para concretar su estratégica, aunque controversial, propuesta de gobernanza. Macron, enfrentado a la pérdida de más de 80 diputados y al segundo puesto en las elecciones con 166 escaños, ha sugerido la formación de una “gran coalición” que incluiría al centro-izquierda, el centro y la derecha.

En un movimiento que rompe con las tradiciones de la política francesa, Macron ha desestimado la posibilidad de que el Nuevo Frente Popular (NFP), liderado por la coalición unitaria de izquierda con 193 diputados, forme Gobierno. Argumenta que cualquier gabinete encabezado por Lucie Castets, la candidata del NFP, enfrentaría una moción de censura inminente por parte de las otras formaciones.

Desde el Elíseo se ha instado a los socialistas, los verdes y los comunistas a romper lazos con la Francia Insumisa, señalando a una posible cooperación con otros partidos políticos, como los afines a Macron y la derecha de Los Republicanos (LR). Esta petición ha sido firmemente rechazada por los partidos progresistas, quienes han decidido no participar en una segunda ronda de consultas y han advertido sobre la presentación de una moción de censura contra cualquier intento de formar una “gran coalición”.

El PS, bajo la dirección de Olivier Faure, enfrenta divisiones internas, con corrientes dentro del partido que se oponen a su liderazgo y que han expresado preocupaciones sobre la estabilidad de la formación. A pesar de estas tensiones, la dirección del PS ha acordado unánimemente oponerse a cualquier Gobierno que busque prolongar las políticas de Macron, especialmente aquellas como la reforma de pensiones y la reducción de las indemnizaciones por desempleo.

Mientras el país espera, Macron se enfrenta a la decisión de nombrar a un nuevo primer ministro, una elección que cargará con el peso de la complejidad y división que impregnan el panorama político francés. Cualquier decisión tomada marcará el comienzo de un periodo crucial, con la guillotina parlamentaria listándose para el próximo 1 de octubre, cuando la Asamblea Nacional retome sus labores y la izquierda, junto con la posibilidad de apoyo del PS y la ultraderecha de Marine Le Pen, preparan el terreno para una posible moción de censura.

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