Deben rondar los tres mil años que apareció el hierro en la Sierra de la Culebra. El hierro no vino, ya estaba allí. Lo que llegó fue el conocimiento de cómo utilizarlo. Las comarcas de Aliste, Tábara, Sanabria y Alba entraron así en el mundo, por la puerta grande. Sonido de martillo sobre el metal. Forja y sabiduría que construyeron el mundo tal y como lo conocemos. Para algunos, todavía estamos en esa misma Edad del Hierro que pobló el planeta Tierra de poblados fortificados construyendo una cultura universal y al mismo tiempo encerrada entre murallas.
Siguiendo los sonidos de la fragua, parte Luis Antonio Pedraza desde la zamorana Sierra de la Culebra para recorrer la Península Ibérica a través de las huellas que ha dejado este metal en la música. “Fierro” se llama el trabajo. Un trabajo nómada y trashumante, que nos trae el polvo del camino y el frescor de las madrugadas. Música vagabunda para tiempos de confinamiento. Música de gente resistente, casi eterna, en la que Pedraza une su saber y su arte a aquellos con los que hace parte del camino, Kepa Junkera, Vanesa Muela, Rubén Bada, Luis Delgado, Sebastián Rubio, Agua Sancruz, Óscar Linares, José María Nieto, Antonio de Huelva, Aitor Furundarena, Carlos Beceiro, David Huerta, Rebeca Temprano, Carlos Carrera, Garikoitz mendizabal, Andrés Álvarez o Fazaard Kabiri. Hoy lo atrevido y lo transgresor es volver a las raíces, notar los pies en la tierra del camino.
Es inevitable comenzar hablando de la situación actual, ¿qué papel está jugando la música estos días?
La Música y el arte en general está siendo el bálsamo de la sociedad durante este confinamiento. Después, pasaremos de una crisis sanitaria a una delicada situación económica, con un parón importante también en lo cultural. Espero y deseo que nuestra sociedad elija la cultura como una solución más a nuestros problemas, y no la deje de lado, como algo baladí o accesorio. Es fundamental que seamos conscientes de la importancia capital que tenido la música, en todos nuestros hogares durante el confinamiento.
“Fierro” es música construida en los caminos, en el compartir de culturas y gentes.
El hierro es el material que hace nexo de unión. Es un metal que une, que forja, que suelda toda la Sierra de la Culebra, una zona plagada de referentes. Los mismos romanos ya lo explotaron y en la toponimia de nuestros pueblos de esa zona ya está insertada: Ferreras de Arriba, de Abajo; Ferreruela de Tábara; San Pedro de las Herrerías… Está insertado en la misma toponimia y en la misma manera de entender ese territorio.
Un trabajo que ha tuvo una puesta de largo espectacular en el Teatro Ramos Carrión de Zamora, al lado de la Plaza de Viriato.
Nuestro Viriato. Revolucionario, luchador, se opuso a la tiranía de aquel momento que consideraba de los romanos. Un poco como la música que hacemos. Resistencia ante lo que tenemos alrededor que es muy fuerte, muy potente. Pero aún así lo transgresor hoy en día es hacer lo que hacemos nosotros. Ese concierto, ha sido uno de los momentos más importantes de mi vida. Tuve a todos mis amigos allí, entre el público y en el escenario. Acudió todo el mundo a la llamada. Les enseñé Zamora, nuestra manera de entender la vida, las Mascaradas, la capa parda los grupos de baile. Fue un concierto que se convirtió casi en una ópera sobre la cultura zamorana.
Flauta y tamboril dos instrumentos modestos que has convertido en armas de hierro, por seguir con la metáfora, ¿cómo se consigue esto?
Con trabajo, con esfuerzo, con dedicación y con mucha ilusión. Intentar en todo momento buscar la manera, la forma de poder llegar a mis congéneres a través de estos dos instrumentos modestos, que vienen propios de la tradición. Intento trasladarlos a géneros totalmente extremos como una banda de música, como dialogar con un grupo de rock o una orquesta sinfónica.
Has compatibilizado la producción de este disco tan complejo con tu incorporación a La Musgaña, con el proyecto Músicas da Raya con Paulo Meirinhos, de Miranda do Douro o con tus trabajos con Vanesa Muela, ¿como se consigue?
Estando todo el día dándole vueltas a la cabeza. He tenido la suerte de que todos los proyectos en los que me he embarcado han funcionado, han avanzado, han tenido su lugar. Esta música me hace muy feliz y me llena. Al final estamos en esta vida para ser felices. Todo lo que sea compartir proyectos y abrir mi mente y mi manera de entender la música es felicidad para mi.
Pero, ¿cómo se lleva muchos proyectos de calidad como éste tengan tan poca repercusión mediática?
Lástima, pero no por quien programa, sino por quien no se queja de esto. El que programa puede programar lo que quiera, puede hacer lo que considere, siempre y cuando no sea con medios públicos, que sea con medios privados. Pero lástima por el que no se queja. No es tan importante el que hace las cosas como el que toma resistencia sobre ellas, y estamos hoy en día en una sociedad muy conformista y muy cómoda.
¿Hemos apartando del camino a la España rural?
Si no olvidada, un poco hacinada, un poco alejada de la mano y del interés general. Nos están dejando un dejando a un lado. Y la verdad es que esto es un canto de resistencia, es un canto a los valores tradicionales. Es un canto de toda este noroeste peninsular, que poco a poco cada vez somos menos y tenemos que potenciar nuestros valores, juntarnos, llenarnos de orgullo, de energía y de fuerza. Y lanzar ese grito a viento, que no sé si llega donde tiene que llegar, pero lanzar ese grito en favor de todo este Patrimonio y de toda esta zona que, lamentablemente, cada vez somos menos y cada vez se lleva a cabo menos inversión.
Aislados en nuestras casas nos hemos dado cuenta de la importancia de las tradiciones, del compartir una cultura, una forma de vida.
Sin eso, perdemos la esencia de nuestro ser, de nuestro ADN cultural, que corre por nuestras venas. Si nosotros dejamos perder eso, nosotros al final conseguimos perder nuestra identidad, perder nuestros orígenes, perder nuestra referencia vital. Es necesario mantener todo este conjunto de valores culturales que hemos heredado de nuestros mayores. No podemos dejar perder todo ese Patrimonio musical, arquitectónico, gastronómico, lingüístico. Tenemos que luchar por mantenerlo cada uno a su manera: sacándole brillo, poniéndole el traje de domingo, llevándolo al siglo XXI con energía, con una potencialización del territorio. Pero es importante mantenerlo para no perder nuestro yo.
¿Hemos perdido la referencia de dónde venimos?
A veces sí. En ocasiones, incluso nos avergüenzan nuestros orígenes, porque lo consideramos un pasado trasnochado sin conocerlo. Pensamos, por ejemplo, que el folclore es cosa de mayores. No nos damos cuenta que perder eso, es ir perdiendo la nuestra propia identidad. Las tradiciones no son para guardarlas en museos o en documentos cogiendo polvo. Lo importantes es saber interiorizarlas, saber heredarlas y continuar con su difusión con las generaciones venideras.
Durante muchos tiempo, el folklore ha sido algo casi residual en la música española
Se ha hecho una utilización del folclore, tratando de convertirlo en algo del pasado, añejo y trasnochado. La gente lo ha relacionado con algo de lo que se podría prescindir porque los medios de comunicación, las grandes cadenas de distribución de música o las plataformas de Internet obtenían más beneficios con otras cosas. Han relegado a la música tradicional a un papel casi residual. Hoy lo atrevido y lo transgresor es interpretar folclore. ¿Qué es realmente el folk? Esa es la pregunta. El folk es música tradicional reelaborada, es música de reelaboración. Es coger esos tesoros, esa raíz, ese carbón, ese material primario, ese hierro y convertirlo en arte. Pues eso hizo en su día gente como Joaquín Díaz: tomó esa raíz, tomó esa materia prima y la convirtió en arte. La llevó a los escenarios. Es la voz de los olvidados.
¿Ha llegado el momento del folk?
Yo creo que no. Soy bastante pesimista, creo que la batalla la tenemos perdida. No tenemos los medios de comunicación de nuestro lado, no tenemos apoyo de las grandes multinacionales. El folklore tuvo su pico álgido con artistas como Hevia, o Carlos Núñez que rompieron el mercado y estuvieron lo más alto. Hoy estamos en horas bajas. Nos programan cada vez menos, hay cada vez menos festivales de folk y las Administraciones Públicas destinan cada vez menos dinero a la promoción de este tipo de género musical.
Entrevista de: Sandra Mejías y José An. Montero
Fotos: © Luis Antonio Pedraza