La campaña electoral en Castilla-La Mancha es mucho más que un concurso por el poder político. En realidad, ésta representa una oportunidad para vincular la política con la riqueza cultural y turística de la región.
Más allá de las imágenes que los ciudadanos reciben de las figuras políticas, son los escenarios que los hospedan los verdaderos actores silenciosos. Desde plazas y iglesias hasta museos y centros culturales, son éstos los lugares que reciben a los políticos en su recorrido por la Comunidad Autónoma, y son éstos los protagonistas que se encuentran por detrás de cada campaña electoral.
Con el objetivo de trasladar su mensaje desde las ciudades más grandes a los lugares más remotos, los candidatos a las elecciones recorren la región con mítines, caminatas, encuentros, y no podrían dejar de participar en los romerías y festividades. Además de degustar la gastronomía local, estos políticos dan una muestra de que, en realidad, el compromiso político se extiende mucho más allá de las piedras de las ciudades más grandes.
La campaña electoral, por lo tanto, se convierte en una oportunidad ideal para impulsar el turismo en la Comunidad Autónoma y atraer la atención sobre los tesoros culturales y naturales que la región posee. Desde el castillo de Almansa hasta el olivo milenario de Daimiel, existen muchos lugares que no son muy conocidos, pero que merecen ser descubiertos.
Por lo tanto, las caravanas electorales no sólo son una competencia por el poder político y económico. También son un compromiso por el patrimonio histórico y cultural de la región, y una muestra de la unión que durante siglos ha marcado el carácter de los castellanomanchegos.
