Mantener una mala postura corporal durante periodos prolongados puede desencadenar una serie de complicaciones y riesgos para la salud, advierten expertos. La constante tensión muscular, principalmente localizada en el cuello, hombros y la parte baja de la espalda, no solo puede generar dolores agudos sino también convertirse en problemas musculoesqueléticos crónicos que complican la realización de actividades diarias.
Este tipo de postura inadecuada favorece el desarrollo de desequilibrios musculares, donde algunos músculos se debilitan y otros soportan una tensión excesiva. Esta situación puede derivar en una postura aún más deteriorada y aumentar el riesgo de sufrir lesiones.
Además, afecta negativamente a la salud y alineación de la columna vertebral, pudiendo ocasionar condiciones como la cifosis, caracterizada por un excesivo encorvamiento de la columna superior, y la lordosis, una curvatura exagerada de la columna lumbar, entre otros problemas de columna. Estas afecciones no solo se traducen en dolor y malestar, sino que también pueden limitar la movilidad y flexibilidad del individuo.
A nivel interno, una postura deficiente puede ejercer presión sobre los órganos internos, repercutiendo negativamente en la digestión y la respiración. Este efecto también puede influir en la circulación sanguínea, provocando fatiga y reduciendo la eficiencia de las funciones corporales.
Los efectos de una mala postura no se limitan al ámbito físico; también pueden impactar psicológicamente, como en la disminución de la autoestima y en una percepción negativa de la imagen personal. Por ello, se resalta la importancia de ser conscientes de la postura corporal y tomar medidas correctivas, tales como realizar ejercicios de fortalecimiento y estiramientos, y en ciertos casos, buscar asesoramiento de profesionales de la salud. Es fundamental tomar acción para prevenir las consecuencias adversas que una mala postura puede tener en nuestra calidad de vida.