El número de linces ibéricos en la Península Ibérica alcanzó su máximo histórico en el siglo XXI en 2022, con 1.668 ejemplares, según el último censo del grupo de trabajo de lince ibérico (Lynx pardinus). Este aumento representa una cifra récord para la especie desde que comenzaron los programas coordinados de actuación en 2002 y se debe a una tendencia de crecimiento continuado desde 2015. A pesar de este éxito, la especie todavía se encuentra en peligro de extinción.
Los linces ibéricos se distribuyen en 15 núcleos con presencia estable en la Península, siendo el más numeroso el de Sierra Morena, con 782 ejemplares, seguido del de los Montes de Toledo, con 272. El 84,3% de la población se encuentra en 14 núcleos poblacionales en España, repartidos entre Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura. En Portugal vive el 15,7% restante.
Durante 2022 nacieron 563 cachorros, que sumados a los adultos y subadultos, alcanzaron los 1.668 ejemplares. El número de hembras reproductoras es de 326, con una media de 1,72 cachorros por hembra reproductora o territorial. La distribución geográfica ha contado con la financiación europea a través de varios proyectos Life, que han contribuido al programa de conservación Ex-Situ, en el que se enmarcan los trabajos de cría en cautividad y la reintroducción de ejemplares.
El responsable de proyectos del programa de especies de WWF, Ramón Pérez de Ayala, destaca que los datos reflejan que la especie «ya ha superado la mitad del camino necesario para salir de la extinción» y se está acercando al objetivo de recuperación de 750 hembras reproductoras y entre 3.000 y 3.500 ejemplares. No obstante, WWF considera necesario trabajar en la creación de nuevas poblaciones y reducir las amenazas, como los atropellos y el furtivismo.