En un reciente informe desde el Vaticano, ha surgido una ola de interés y especulación entre los fieles y observadores en cuanto a las retribuciones económicas de los cardenales y demás altos cargos de la jerarquía eclesiástica, especialmente en el contexto del proceso de sucesión tras el fallecimiento del papa Francisco. A pesar de que el propio sumo pontífice había declarado en 2019 que no recibía un salario asignado, la situación es sustancialmente distinta para los cardenales con cargos de relevancia dentro del Vaticano. Según revelaciones de la BBC, estas figuras religiosas perciben una asignación mensual que puede alcanzar los 5.000 euros, situándolos en un nivel económico significativamente superior al del resto de trabajadores del Estado vaticano.
Esta información cobra relevancia en momentos donde la pérdida del papa Francisco ha generado un amplio interés por las dinámicas internas del Vaticano, incluyendo la capilla ardiente, los preparativos del funeral, y la expectativa de quién será el próximo líder de la Iglesia Católica. También resurge el debate sobre la transparencia y adecuación de las políticas salariales en la Sagrada Sede a raíz de los recortes ordenados por el propio Francisco en abril de 2021, que buscaban enfrentar la grave crisis financiera exacerbada por la pandemia, reduciendo en un 10% los sueldos de los cardenales.
Sin embargo, incluso después de estos recortes, los cardenales mantienen sueldos que oscilan entre los 4.000 y 5.000 euros mensuales. A estas cifras se suman ventajas económicas adicionales, como el acceso a viviendas en el Vaticano o en Roma con alquileres subvencionados, asistencia médica gratuita, y tiendas con precios reducidos. Estos beneficios, sumados a los salarios, perfilan una vida de comodidades económicas sustanciales dentro de la jerarquía eclesiástica, contrastando con los ingresos de los trabajadores laicos del Vaticano, cuyos sueldos varían desde los 1.200 hasta los 3.000 euros mensuales, dependiendo del cargo y la antigüedad. Obispos y sacerdotes, por su parte, tienen una remuneración que se sitúa entre los 1.500 y 2.500 euros mensuales.
Esta disparidad salarial refleja un escalonamiento interno que va más allá de las funciones religiosas, evidenciando una jerarquía donde el estatus conlleva también ventajas económicas notables. Aunque la Iglesia ha dado pasos hacia una mayor transparencia financiera, la conversación sobre las retribuciones dentro del Estado más pequeño del mundo parece estar lejos de concluir.