Si este verano planea viajar en avión, prepárese para una serie de posibles infortunios que pueden ir desde retrasos y cancelaciones hasta problemas de equipaje y colapsos en los sistemas informáticos. Este panorama no es producto de una imaginación desbordante; forma parte de la realidad cotidiana de miles de viajeros en los últimos años, exacerbada por infraestructuras aeroportuarias que luchan por mantener el ritmo ante un turismo en auge. En este sentido, el 2023 se ha posicionado como el año con mayores retrasos en las últimas dos décadas.
Las estadísticas son claras: el pasado verano, en Europa, el 34% de los vuelos experimentó demoras superiores a los 15 minutos. Este porcentaje supera al reportado en 2019, antes de la pandemia del Covid-19. El incremento en el tiempo medio de retraso por vuelo en el mes de junio de 2024, que alcanzó los 22,3 minutos, evidencia un problema creciente. Expertos apuntan al aumento de la demanda como principal causante de esta situación.
La construcción de nuevos aeropuertos se ha señalado como una necesidad imperativa para descongestionar los ya existentes, saturados y sin capacidad para manejar el creciente flujo de pasajeros. Esta situación se ve agravada por los conflictos con las franjas horarias y la asignación de vuelos, lo que conduce inexorablemente a más demoras.
España, en particular, alberga una quincena de los aeropuertos europeos con mayor tráfico, y la demanda sigue en aumento. Esta escalada viene acompañada de una recuperación significativa en el sector turístico a nivel mundial, con Europa situándose como la región con mayor cantidad de destinos turísticos internacionales.
Sin embargo, no todas las noticias son negativas. En algunos países de Europa, como Lituania, los problemas de cancelaciones y retrasos prolongados son más bien excepciones, y la puntualidad es la norma en sus aeropuertos. Esto sugiere que, con la gestión adecuada y el desarrollo de la infraestructura necesaria, es posible afrontar el aumento del tráfico aéreo.
El panorama se complica con las huelgas del personal de las aerolíneas y problemas técnicos, situaciones que no contribuyen precisamente a aliviar la carga de las ya sobrecargadas infraestructuras aeroportuarias. Entre las compañías aéreas, Vueling y Ryanair lideran en número de reclamaciones por cancelaciones y retrasos, evidenciando el descontento generalizado entre los viajeros.
Mientras tanto, los pasajeros buscan maneras de adaptarse a estas circunstancias, recurriendo a trucos y consejos para evitar costes por exceso de equipaje y hacer sus viajes más llevaderos, aun cuando eso signifique enfrentarse a las incomodidades del viaje económico. La situación actual del transporte aéreo presenta desafíos significativos tanto para pasajeros como para operadores, pero también brinda la oportunidad de repensar y mejorar las infraestructuras y servicios ofrecidos, en busca de una experiencia de viaje más eficiente y agradable para todos.