Anoche, en un emocionante episodio de «El desafío», la influencer Lola Lolita se adentró en un desafiante y complicado reto de conducción, una hazaña que no solo puso a prueba su habilidad al volante sino también su temple y determinación. La joven de Alicante, con apenas un año de experiencia en conducción y un accidente a sus espaldas, enfrentó el desafío de aparcar un vehículo en una reducida plataforma central, donde ya había otro coche estacionado. Este exigente reto requería que Lolita realizara una serie de maniobras precisas, incluyendo suspender las ruedas delantera y trasera del auto en repetidas ocasiones, una tarea que sin duda demandaba no solo destreza sino también un gran control nervioso.
La tensión se palpaba en el aire cuando Lola, visiblemente afectada, denunció un posible sabotaje por parte del equipo del programa, alegando que el coche ya estacionado en la plataforma había sido adelantado con respecto a los ensayos. La situación escaló pero fue prontamente atendida por el coach del reto, quien le ofreció ajustar la posición del vehículo si era necesario. A pesar de las dificultades y entre nervios y chascarrillos, Lolita logró superar el reto, demostrando una vez más su capacidad para enfrentar y sobreponerse a las adversidades.
Sin embargo, la controversia no cesó al concluir el desafío. Aunque el jurado elogió su esfuerzo y dedicación, estas palabras de aliento no se vieron reflejadas en la puntuación final, situando a Lola como la cuarta menos votada de la noche. La reacción de la influencer no se hizo esperar; inundada por la insatisfacción y lágrimas en los ojos, criticó duramente al jurado manifestándose «harta» de no ser valorada correctamente.
El ambiente del plató, cargado de emociones, se vio aún más conmovido por las palabras de Pilar Rubio, una de las juezas, quien intentó animar a Lola Lolita destacando el cariño que había despertado entre los telespectadores gracias a su autenticidad y carisma, enfatizando su deseo de que continuara en el programa.
Roberto Leal, el presentador, intervino para apaciguar los ánimos, asegurando que se había ido hasta el extremo de «cerrar todas las puertas del plató» para evitar que Lola abandonase, asegurándose de que su salida fuese, cuando menos, con una sonrisa. Este episodio subraya una vez más la intensidad y los desafíos emocionales que se viven en «El desafío», un programa que no solo pone a prueba las habilidades físicas de sus participantes, sino también su resiliencia y capacidad de gestionar la presión tanto dentro como fuera de las competencias.