Este lunes, Lituania dio un giro drástico en su política fronteriza al anunciar el cierre indefinido de sus fronteras con Bielorrusia, excepto para diplomáticos y ciudadanos de la Unión Europea que regresan del país vecino. Esta decisión se produce en medio de una creciente preocupación por la llegada de globos meteorológicos desde Bielorrusia, que han interferido en el espacio aéreo lituano y provocado el cierre de aeropuertos, afectando a miles de pasajeros. La Primera Ministra Inga Ruginienė subrayó la urgencia de la situación, señalando que se están implementando medidas militares para detener estos intrusos aéreos.
La preocupación de Vilna no se limita a la logística de vuelos; los globos, que supuestamente transportan paquetes de cigarrillos de contrabando, son vistos como parte de un patrón más amplio de agresión híbrida por parte del régimen de Alexandr Lukashenko, aliado de Moscú. Ruginienė no escatimó en advertir que se están considerando acciones que podrían resentir al régimen bielorruso, mientras las autoridades lituanas han arrestado a numerosas personas involucradas en el contrabando. Este contexto revela una guerra psicológica y tácticas de desestabilización utilizadas por Bielorrusia.
El cierre de fronteras y la respuesta militar de Lituania son una clara señal de que el país no tolerará violaciones de su espacio soberano. Además, Ruginienė mencionó que Lituania está en diálogo con sus aliados para evaluar la posible activación del Artículo 4 de la OTAN, lo que podría intensificar aún más la respuesta ante las provocaciones de Minsk. A medida que la situación se complica, Lituania busca mantener su integridad territorial en un escenario europeo marcado por la inestabilidad y el miedo a actividades de guerra híbrida.
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