El pueblo de Letur, en Albacete, comienza a experimentar un resurgimiento en su economía tras la devastadora DANA que asoló la localidad hace tres meses. Esta tragedia, que tuvo lugar el 29 de octubre y resultó en la pérdida de vidas y daños materiales considerables, dejó a la mayoría de los negocios y alojamientos turísticos cerrados durante más de dos meses. Sin embargo, gracias a un llamado al turismo y a la ayuda de instituciones y particulares, los residentes están trabajando arduamente para recuperar la vitalidad que caracterizaba al municipio, conocido por su belleza natural.
Elena Navarro, responsable de la Oficina de Turismo, subrayó el esfuerzo colectivo por superar las secuelas de las inundaciones. «Han sido momentos difíciles, no solo por las pérdidas humanas, sino también por el dolor y las pérdidas materiales que han afectado a muchas familias», expresó. Durante las primeras semanas tras el desastre, el flujo de turistas se detuvo prácticamente, ya que se impedía el acceso al pueblo por razones de seguridad. A medida que la situación va mejorando, parecen reactivarse los ánimos y las ganas de atraer visitantes nuevamente.
El propio edificio de la Oficina de Turismo fue gravemente afectado, y Navarro recuerda el momento en que quedó atrapada en su interior durante la riada, describiendo las dificultades que enfrentó. A pesar de este traumatismo, su compromiso con la revitalización del sector turístico es firme. «Estamos trabajando para que Letur vuelva a florecer. He animado a los comerciantes a unir fuerzas y a seguir adelante».
El alcalde de Letur, Sergio Marín, ha estado dedicado a la rehabilitación del municipio desde el apagón inicial que siguió a la catástrofe. Con solo 28 años, Marín se enfrenta al desafío de guiar a su pueblo en uno de los momentos más críticos de su historia. «Lo importante ahora es trabajar en soluciones para evitar futuras inundaciones y revitalizar el casco antiguo», aseguró, resaltando que aunque las labores de limpieza han concluido, aún queda camino por recorrer.
A pesar de que muchos servicios han regresado a la normalidad, las cicatrices de la inundación aún son visibles. Carmina Martín, vecina del pueblo que no ha podido regresar a su hogar desde la catástrofe, admite que «todo es lento» y que la incertidumbre se siente en el aire. La falta de acceso a ciertas áreas del pueblo complica aún más la vida cotidiana de sus vecinos, muchos de los cuales enfrentan retos para recuperar su rutina.
Laura Álvarez, quien llegó a Letur desde Honduras, también ha visto cómo su vida se ha desmoronado. La pérdida de su hogar y las secuelas físicas de la riada la han llevado a evitar el casco antiguo, donde todavía se siente el eco de la tragedia. «Espero que el turismo regrese para que Letur pueda recuperarse. Aquí vivíamos muy bien antes de la dana», comentó Álvarez, quien se siente respaldada por su comunidad.
Por su parte, Pablo Cuervo, director del Cantero de Letur, una de las empresas clave del área, relató cómo la tragedia afectó no solo a su empresa, que se salvó pero que ha visto a muchos de sus empleados sufrir, sino también cómo se han involucrado en las labores de ayuda. La planta lanzó una campaña titulada «Letur Renace», enfocada en el futuro y la esperanza tras el desastre.
La comunidad de Letur demuestra su resiliencia en un momento crítico, unida en su esfuerzo por revivir la economía local y sanar las heridas dejadas por la DANA, mientras se aferra a la esperanza de un futuro mejor.