El 3 de diciembre de 2024 marcó un giro dramático en la política surcoreana cuando Yoon Suk-yeol, el presidente en aquel entonces, impuso la ley marcial, alegando que el Parlamento operaba bajo influencias pro-Corea del Norte y antinacionales. Esta acción sin precedentes en más de cuatro décadas resultó en una crisis de seis horas que fue tanto una tragedia como una comedia de errores institucionales, incluyendo protestas en las calles, barricadas en el Parlamento y una resolución legislativa rápida que revocó la ley marcial antes del amanecer.
Sorprendentemente, este episodio culminó con una vuelta electoral seis meses después, el 3 de junio de 2025, que vio a Lee Jae-myung, un opositor que durante la crisis se había convertido en símbolo de resistencia al saltar la verja del hemiciclo, ser electo como presidente. Según los sondeos realizados justo después del cierre electoral, Lee obtuvo el 51,7% de los votos, superando significativamente a su rival más cercano, el conservador Kim Moon-soo, quien obtuvo el 39,3%. Este resultado es especialmente notable considerando que Lee es una de las figuras más polarizadoras de la política surcoreana, y su victoria se leyó como un voto de castigo contra Yoon y su partido, más que un respaldo a Lee en sí.
La victoria de Lee y su Partido Demócrata, que ostenta una sólida mayoría en la Asamblea Nacional, le otorga una posición privilegiada para implementar cambios significativos. Lee prometió centrarse en la estabilidad económica, invertir en tecnología y realizar reformas institucionales, promesas que fueron bien recibidas en contraste con el conservadurismo en crisis que caracterizaba al partido de Yoon. A pesar de estas promesas, Lee hereda un país profundamente dividido y enfrenta numerosos desafíos tanto domésticos como internacionales, incluyendo una crisis demográfica y una política exterior tensa.
Internacionalmente, Lee se enfrenta al desafío de navegar en una región geopolíticamente tensa, con la creciente presión de elegir entre los intereses de China, su principal socio comercial, y Estados Unidos, su garante de seguridad. Además, debe manejar con cautela las relaciones con Corea del Norte, especialmente después de que esta renunciara a la reunificación y definiera al Sur como un «estado enemigo».
Además de los desafíos políticos y geopolíticos, Lee se enfrenta a acusaciones legales, incluyendo cohecho y abuso de poder, que podrían complicar su presidencia. Mientras tanto, Yoon Suk-yeol, el presidente destituido, enfrenta sus propios problemas legales, que podrían terminar en prisión perpetua.
La historia política reciente de Corea del Sur es una mezcla de drama, intriga y cambios repentinos, que refleja las profundas divisiones y desafíos que el país debe enfrentar. Lee Jae-myung asume la presidencia en un momento crítico, con la tarea urgente de unificar un país fracturado, mientras navega por un panorama internacional incierto. Su liderazgo será crucial para definir el futuro de Corea del Sur en los próximos años.