En primavera de 2019, el panorama político europeo se vio sacudido por la perspectiva de que la extrema derecha, fortalecida en las encuestas, pudiera formar un bloque unificado en el Parlamento Europeo. Sin embargo, con las elecciones europeas de junio a la vuelta de la esquina, el foco ha cambiado hacia el auge de las fuerzas ultraconservadoras y de extrema derecha en general, más que en su unificación. A pesar de esto, el espectro de un bloque unido ha regresado a Bruselas.
Los eventos recientes han traído de vuelta al centro de atención esta posibilidad, desencadenados por declaraciones controversiales del líder del partido Alternativa para Alemania (AfD), Maximilian Krah, sobre el uniforme de las SS nazis. Estas declaraciones llevaron a la ruptura de alianzas estratégicas, con partidos como el Rassemblement National de Marine Le Pen y la Lega de Matteo Salvini, distanciándose de AfD. Como resultado, AfD fue expulsado del grupo Identidad y Democracia (ID) en el Parlamento Europeo, un grupo que compartía con otros partidos de extrema derecha y ultraconservadores.
A raíz de estos acontecimientos, Marine Le Pen ha propuesto a Giorgia Meloni, líder de Fratelli d’Italia y actual primera ministra italiana, la formación de un nuevo y poderoso grupo en la Eurocámara que uniría las fuerzas de ECR e ID. Esta fusión les otorgaría una influencia significativa dentro del Parlamento, abriendo puertas a importantes puestos de liderazgo y comisiones. La ambición de Le Pen es clara: convertirse en el segundo grupo más grande del Parlamento Europeo, una meta que, de alcanzarse, remodelaría significativamente el equilibrio de poder en la institución.
Giorgia Meloni, por su parte, ha mantenido una postura abierta ante la propuesta, lo cual subraya su estrategia de ampliar su influencia más allá de Italia y consolidar una coalición de centro-derecha en Europa. Esto, a pesar de las complejidades de alinearse más estrechamente con figuras y partidos que han mantenido posiciones simpatizantes hacia Rusia y políticas ultraconservadoras.
El avance hacia tal unión no estará exento de obstáculos. Sectores dentro del grupo ECR muestran reticencia hacia la colaboración con partidos más radicales, y la aceptación de Fidesz, el partido del primer ministro húngaro Viktor Orbán, permanece como un punto de fricción significativo. Además, la reputación de Meloni dentro de la Unión Europea, su reciente normalización y las posiciones abiertas por Ursula von der Leyen hacia una colaboración son aspectos cruciales que Meloni debe manejar cuidadosamente.
La política europea se encuentra en un momento de transición y reconfiguración, con la extrema derecha y las fuerzas ultraconservadoras buscando consolidar su influencia. Los movimientos de Le Pen y Meloni no solo reflejan sus ambiciones personales y políticas sino también la dinámica cambiante del poder en Europa. La posibilidad de una unión entre ECR e ID, y la respuesta de otros grupos y líderes políticos, permanece como una cuestión abierta, cuyo desenlace tendrá importantes consecuencias para el futuro político de Europa.