En enero de 2021, la instigación de Donald Trump a sus seguidores para que marcharan hacia el Capitolio y «lucharan como leones» marcó uno de los episodios más oscuros para la democracia estadounidense en tiempos recientes. Ahora, a principios de 2025, el eco de esa retórica resuena en el Viejo Continente de boca de Viktor Orbán, quien con un discurso incendiario ha lanzado un desafío para «ocupar» Bruselas, insinuando una embestida contra la Unión Europea.
En el umbral de la segunda investidura de Trump, Orbán, desde Budapest, proclamó el inicio de una «nueva era», enaltecida por la breve presidencia rotatoria de Hungría en la UE, que él interpreta como el amanecer de una transformación en Occidente impulsada por figuras como Trump y el movimiento Patriots. Con un mensaje que sugiere una confrontación, Orbán habló de un «gran ataque» para ocupar la capital europea, justo cuando un nuevo amanecer presidencial se cernía sobre EE. UU.
Esta escalada viene acompañada de preocupantes declaraciones económicas. Los aranceles prometidos por Trump plantean un sombrío futuro para el crecimiento de Hungría, con el Banco Nacional húngaro alertando sobre posibles repercusiones en su sector automovilístico. Orbán, sin embargo, se distancia criticamente de la UE, cuestionando su capacidad para asegurar el bienestar de sus ciudadanos, controlar la migración ilegal y mantener la seguridad, a la vez que mantiene fuertes lazos con Moscú.
Esta postura beligerante hacia Bruselas no parece ser una anomalía en el panorama internacional. La investidura de Trump ha reunido un peculiar cúmulo de figuras de la derecha extrema global, demostrando la ampliación de una red de simpatizantes transatlánticos que comparten una desconfianza común hacia el ‘establishment’. Notables ausencias en la ceremonia, como la del propio Orbán, han desatado una ola de especulaciones y análisis sobre las posibles razones y las implicaciones para las relaciones Hungría-EE. UU.
La diplomacia y las relaciones internacionales se enfrentan a un momento de incertidumbre y tensión. Mientras Trump planea reuniones estratégicas en Europa, la exclusión de líderes de la UE en su ceremonia de investidura y la invitación a figuras controvertidas revelan una clara declaración de intenciones. Además, la asistencia de líderes como el vicepresidente chino Han Zheng subraya un interesante juego de poder y diplomacia, marcando potencialmente el comienzo de importantes maniobras geopolíticas.
Entre los muchos puntos de discusión, llama la atención la presencia de magnates de la tecnología y exasesores en la ceremonia, lo que algunos interpretan como un símbolo de la «rendición oficial» al nuevo poder que emerge en Washington. Estos desarrollos, sumados a las posiciones cada vez más polarizadas en el escenario mundial, sugieren que nos encontramos al borde de una era de grandes cambios en las dinámicas de poder global, marcada por una retórica desafiante y una complicada red de alianzas y rivalidades.