Las grandes ausencias: Lo que faltó en las promesas de Trump durante su último discurso

En una investidura marcada por la ausencia de conciliación y un fuerte énfasis en el nacionalismo, el presidente estadounidense Donald Trump delineó las prioridades de su mandato en un discurso que muchos han calificado de divisivo. Durante la ceremonia de toma de posesión, Trump no solo reiteró su visión de Estados Unidos como una nación preeminente, sino que también prometió reafirmar su dominio a través de una serie de medidas que incluyen políticas migratorias restrictivas, un enfoque agresivo en la energía y el comercio, y una ambiciosa promesa de llevar la bandera estadounidense a Marte.

Trump describió el inicio de una «época dorada» para Estados Unidos, asegurando que el país «reclamará su posición por derecho como la más grande, más poderosa y más respetada nación en la tierra». A diferencia de los discursos de investidura anteriores, que suelen buscar la unidad y la sanación de las divisiones políticas, Trump se mantuvo en la línea de la retórica que lo llevó a la Casa Blanca, hablando de una «gran traición» que, según él, ha sufrido la nación y prometiendo una «guerra migratoria, energética y comercial contra el mundo».

El discurso sorprendió por su falta de menciones específicas a otros países, presentando un enfoque centrado en Estados Unidos que evoca una era de imperialismo mercantilista, en palabras de Trump, un retorno al «destino manifiesto» de la nación. El presidente anunció la creación de un Servicio de Ingresos Externos destinado a recolectar aranceles e ingresos de fuentes extranjeras, proyectando cantidades masivas de dinero para las arcas del tesoro estadounidense y prometiendo el retorno del Sueño Americano.

Pese a esta postura predominante hacia el interior, Trump hizo declaraciones específicas sobre México y Panamá, proponiendo cambiar el nombre del Golfo de México por «el Golfo de América» y reclamando la recuperación del Canal de Panamá, afirmando que Estados Unidos «lo recuperará», lo que ha generado reacciones inmediatas de repudio por parte de las autoridades panameñas.

El discurso ha levantado preguntas sobre la estrategia geopolítica de Trump, en especial su posición sobre conflictos internacionales como el de Ucrania, donde prometió un final rápido el cual no se materializó como esperaba. Además, sus comentarios han precisado que, si bien evitó nombrar explícitamente a ciertos países y situaciones, la omisión de aliados tradicionales y la exclusiva mención de China en relación con el Canal de Panamá dejan entrever tensiones y potenciales realineamientos en la política exterior de su administración.

Asimismo, a pesar de la retórica guerrera y expansionista, Trump se describió a sí mismo como un «hacedor de paz» y unificador en su discurso, generando opiniones encontradas tanto a nivel nacional como internacional. La reacción de la comunidad global a su visión de «América Primero» pero al mismo tiempo, la expansión americana, sugiere un mandato que se caracterizará tanto por la incertidumbre como por la controversia.

Sin duda, este discurso de investidura no solo define el tono y la dirección del segundo mandato de Trump, sino que también presagia una era de relaciones internacionales tensas, en las que Estados Unidos podría encontrarse tanto recuperando terrenos antiguos como forjando nuevos horizontes, literal y metafóricamente.

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