Greta Thunberg y otros 200 activistas de Extinction Rebellion han levantado la voz en Noruega, bloqueando la entrada a la refinería de petróleo de Equinor, la más grande del país. Thunberg, en una poderosa intervención, enfatizó la urgencia de abordar la crisis climática, señalando que las elecciones parlamentarias del 8 de septiembre no solo son relevantes para Noruega, sino para el mundo entero. Este acto de protesta ocurre en un contexto donde el futuro energético del país se ha convertido en tema central en la campaña electoral, con disputas sobre la explotación de recursos fósiles frente a ambiciosos objetivos climáticos.
Los aproximadamente cuatro millones de votantes noruegos se preparan para elegir a sus representantes en un ambiente de incertidumbre. Las encuestas muestran una ventaja estrecha para el Partido Laborista, que aboga por un equilibrio entre mantener la producción de petróleo y reducir las emisiones. Sin embargo, el Partido del Progreso, que favorece una postura más agresiva con el lema “Perforar, perforar, perforar”, está ganando terreno, lo que refleja una polarización creciente entre los votantes. Las presiones de grupos como el fondo soberano de Noruega, que se retira de inversiones relacionadas con la guerra en Gaza, también aumentan la complejidad del panorama electoral.
Además de las cuestiones ambientales, el debate sobre el impuesto sobre el patrimonio se ha intensificado, polarizando aún más a la sociedad. Mientras algunos reclaman la eliminación total de este impuesto, los partidos de izquierda defienden su mantenimiento. Este clima de tensión, tanto económica como política, ha llevado a que personas adineradas consideren abandonar el país, evidenciando un temor por un clima empresarial desfavorable. En medio de todo esto, las elecciones noruegas de 2025 se erigen como una encrucijada crítica que podría influir no solo en el futuro del país sino también en la balanza energética global.
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