En una jornada histórica marcada por el retorno de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, el icónico Capitolio de Washington fue el escenario de una ceremonia de juramentación que no dejó a nadie indiferente. El 20 de enero de 2025 se ha inscrito en los anales de la historia estadounidense como el día en que Trump, rodeado de una amalgama de líderes políticos, expresidentes, y personalidades influyentes, prometió instaurar una «era dorada de América».
Trump, conocido por su estilo directo y a menudo polémico, no se desvió de su reputación durante el discurso de investidura. Prometió una transformación profunda en el país, centrando su gestión en fortalecer la soberanía, garantizar la seguridad y potenciar el bienestar de los ciudadanos estadounidenses. El magnate, convertido una vez más en mandatario, se mostró combativo pero también esperanzador, aludiendo a una revolución política y económica que, según sus palabras, devolvería a Estados Unidos al sitial de respeto y prosperidad en el concierto internacional.
La presencia de figuras como Joe Biden, Barack Obama, Mark Zuckerberg y Elon Musk entre la audiencia subrayó el peso del momento. Trump esbozó sus primeros pasos como presidente reelecto, poniendo énfasis en temas neurálgicos como la inmigración, la justicia social y la economía. No dejó de recordar los desafíos enfrentados durante su campaña, incluido un intento de atentado contra su vida, episodio que utilizó para reforzar su mensaje de que había sido «salvado» con el propósito de «hacer a América grande de nuevo».
Entre sus declaraciones más llamativas, Trump prometió medidas inmediatas para asegurar las fronteras, criticó los acuerdos internacionales que, a su juicio, perjudican los intereses estadounidenses, y anunció cambios que desafían normativas ambientales y sociales previas. Sin duda, su promesa de iniciar un ambicioso programa espacial para plantar «las barras y las estrellas en el planeta Marte» capturó la imaginación de propios y extraños.
En una serie de declaraciones que delinean claramente la visión de su mandato, Trump también abordó temas polémicos como la migración irregular, la imposición de tarifas y aranceles, y promesas de un gobierno que se erige como baluarte de ley y orden. Su discurso no solo fijó las prioridades de su gobierno sino que también preparó el terreno para un estilo de liderazgo audaz, listo para desafiar los límites establecidos.
La reacción no se hizo esperar, y mientras sus seguidores celebraban el retorno de Trump y sus promesas de restaurar la grandeza nacional, sus detractores advierten sobre las repercusiones de sus políticas en diversos frentes. Lo que queda claro es que la juramentación de Donald Trump ha marcado el comienzo de un nuevo y controvertido capítulo en la historia de Estados Unidos, uno que será seguido con lupa tanto a nivel nacional como internacional.
