Los disparos que mataron al ladrón que entró en una finca de La Atalaya se realizaron a 8 o 9 metros de distancia

Durante el tercer día de juicio en la Audiencia Provincial de Ciudad Real, un perito de balística operativa aportó crucial información sobre los disparos que resultaron en la muerte de un hombre durante un intento de robo en una finca de La Atalaya. El perito indicó que los tiros fueron efectuados a una distancia de 8 a 9 metros y que debieron ser consecutivos, dada la rápida secuencia de los mismos.

Al desglosar las circunstancias, el especialista mencionó que el primer disparo, extremadamente violento, impactó en el lado izquierdo del cuerpo del fallecido, provocando que la víctima girara sobre sí misma. De inmediato, se efectuó un segundo tiro por la espalda, casi a la misma altura. El perito subrayó que la velocidad en la secuencia de disparos sugiere que si no hubiesen sido tan rápidos, el individuo se habría caído tras la primera bala, haciendo imposible un segundo disparo.

Profundizando más en la balística, se detalló que de los tres disparos efectuados, dos procedieron del cañón derecho y uno del izquierdo del arma empleada. Además, dos agentes encargados de los informes de residuos de disparo confirmaron la presencia de partículas de plomo en muestras analizadas, coherentes con el hecho de que el acusado hubiese disparado o estado próximo al arma en el momento de los disparos.

El juicio gira en torno al caso de un anciano, conocido por haber operado una histórica librería en la plaza Mayor de Ciudad Real, quien se enfrentó a un intruso en su propiedad ubicada en el Parque Forestal de La Atalaya. De acuerdo con la versión de la Fiscalía, el acusado, despertado por ruidos a las 2.00 horas del 1 de agosto de 2021, se armó con una escopeta y se topó con el presunto ladrón, a quien disparó dos veces sin previo aviso a 15 metros de distancia, causándole la muerte.

Frente a los cargos, la Fiscalía solicita una pena de doce años y medio de prisión por homicidio y la acusación particular eleva la petición a veinticinco años por asesinato. En contraposición, la defensa del octogenario demanda su absolución, defendiendo que su cliente actuó en legítima defensa. El desarrollo del juicio continúa siendo objeto de atención, mientras las distintas partes presentan sus argumentos y pruebas ante el tribunal.

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