En un movimiento estratégico que apunta a fortalecer las relaciones internacionales post-Brexit, el primer ministro británico, Keir Starmer, del Partido Laborista, planea abrir un «nuevo capítulo» en las relaciones con la Unión Europea. Este deseo de estrechar lazos se produce tras el distanciamiento que trajo consigo la decisión del Brexit, consumada bajo la administración de líderes conservadores.
Stephen Doughty, parlamentario y secretario de Estado para Europa, Norteamérica y Territorios de Ultramar, desempeña un papel crucial en los esfuerzos del gobierno británico para revitalizar lazos con la Unión Europea. Un componente central de esta estrategia es la revisión del Acuerdo de Comercio y Cooperación, programada para 2025, originalmente firmado por Boris Johnson.
El contexto de esta reaproximación, sin embargo, no es sencillo. El posible regreso de Donald Trump a la política de Estados Unidos plantea dudas sobre la continuidad de las ideologías y alianzas políticas en Occidente. En este escenario, la Unión Europea enfrenta una crisis de identidad sobre su papel en un mundo en evolución política. Sin embargo, Starmer se muestra abierto a una colaboración más amplia, especialmente en áreas críticas como la migración y la seguridad.
Doughty, durante su visita a España y Lisboa, destacó la importancia de las inversiones de transición energética, como las realizadas por Iberdrola en el Reino Unido. Evitó hablar sobre Elon Musk y su relación con el país, pero expresó su optimismo sobre un acuerdo sobre Gibraltar y el impacto económico de los ciudadanos británicos en España, especialmente en el contexto de las nuevas medidas anunciadas por Pedro Sánchez para limitar la compra de viviendas por extracomunitarios.
En conversaciones con los medios, Doughty enfatizó cómo el gobierno de Starmer busca revitalizar la economía y la cooperación en política exterior, defensa y seguridad con la Unión Europea. A pesar de los desafíos geopolíticos actuales, el Reino Unido no aspira a reintegrarse al mercado único o a la unión aduanera, sino a explorar una nueva forma de relación con el bloque.
La reciente decisión del gobierno británico de renunciar a la soberanía de las islas Chagos, su última colonia en África, en favor de Mauricio, ha generado inquietudes en Gibraltar ante la posibilidad de cambios en las políticas territoriales. Sin embargo, Doughty señala que la situación de Gibraltar es distinta, tanto legal como históricamente.
Este período representa un momento crítico para el Reino Unido, en su búsqueda por establecer un equilibrio entre mantener su «relación especial» con Estados Unidos y acercarse a Europa en un contexto global cambiante. La dirección que tome este nuevo gobierno laborista podría marcar el rumbo de las relaciones transatlánticas y europeas en los próximos años.