En un cambio de táctica que refleja una evolución en la política exterior y de seguridad, la Unión Europea (UE) ha decidido adoptar una postura más activa y ofensiva en el contexto global actual, marcado por tensiones geopolíticas crecientes. Este nuevo enfoque queda particularmente evidente en su relación con Moldavia, una nación que se encuentra en un momento crítico de su historia y en el punto de mira tanto de la influencia europea como de la rusa.
La visita reciente de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, a Chisinau, la capital de Moldavia, ha sido un claro indicativo de este cambio de estrategia. Durante su estancia, von der Leyen anunció un imponente paquete de apoyo económico de 1.800 millones de euros para el país, que apenas unos meses atrás se convirtió en candidato oficial para ingresar en la UE. Este gesto no solo solidifica el apoyo de Europa a Moldavia sino que también se posiciona como un desafío directo a los esfuerzos de Rusia por mantener su influencia en la región.
La propuesta de incluir en la constitución moldava las aspiraciones europeas del país será sometida a votación el próximo 20 de octubre, un día que Von der Leyen describió como crucial para la decisión soberana de Moldavia sobre su futuro. Esta votación y las inminentes elecciones presidenciales, donde la actual presidenta proeuropea Maia Sandu se perfila como favorita, serán indicativas de la dirección que Moldavia desea tomar en el panorama internacional.
La presencia y el apoyo de la UE en Moldavia llegan en un momento en que Chisinau acusa a Moscú de lanzar una fuerte campaña de desestabilización con el objetivo de distanciar al país de Europa. Esto incluye intentos de influencia a través de campañas de desinformación, un método que Rusia ha empleado en diversas ocasiones con el objetivo de moldear percepciones y desestabilizar regiones. Los esfuerzos para combatir estos ataques con información y apoyo económicamente tangible destacan el compromiso de la UE con Moldavia y su futuro en Europa.
Además del apoyo político y económico, la UE parece estar reconociendo la importancia de una estrategia más proactiva y de confrontar directamente las fuentes de desinformación y desestabilización. La lección aprendida del Brexit y la pasividad durante su campaña de referéndum parece haber impulsado a la Comisión Europea a tomar una postura más firme en el escenario mundial, especialmente en lo que respecta a su periferia inmediata.
La situación en Moldavia es un claro ejemplo de cómo el contexto geopolítico actual demanda una UE más ágil, dispuesta a «ensuciarse» y a entrar en el «barro» de la política global para defender sus intereses y los de sus Estados miembros y candidatos. Con el apoyo a Moldavia, la UE no solo está ayudando a un futuro miembro potencial sino que también está enviando un mensaje contundente a otros actores internacionales sobre su disposición a defender sus valores y su territorio político. La batalla por la influencia en Moldavia es solo un episodio de un juego geopolítico más amplio, pero uno que subraya la urgencia de una Unión Europea más asertiva y proactiva en el escenario mundial.