En las últimas décadas, la Unión Europea se ha encontrado frente a un cada vez más intenso escenario de crisis provocadas por desastres naturales, que, exacerbados por el cambio climático, han requerido de una evolución profunda en el manejo y la respuesta a emergencias a nivel comunitario. Jean Monnet, una de las figuras claves en la fundación de la Unión Europea, afirmó en su momento que «Europa se formaría en las crisis», una predicción que, visto lo sucedido, cobra nueva relevancia en el contexto actual de cambio climático.
El testimonio de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ofrece un claro ejemplo de cómo la Unión ha tenido que adaptar su función y estrategia frente a los desafíos del clima. Von der Leyen, en recientes declaraciones, destacó la «realidad dramática» del cambio climático tras las devastadoras inundaciones en Valencia, España, que han llegado tras otros eventos similares en Europa Central y del Este, así como en Italia, evidenciando una tendencia preocupante.
Este cambio no solo ha implicado una reacción frente a los desastres naturales en sí, sino también una reestructuración y fortalecimiento de sus capacidades de gestión de crisis. Sauli Niinistö, expresidente de Finlandia, fue encargado por la Comisión de redactar un informe que culminó en la propuesta de una ‘Ley de preparación de la UE’, buscando establecer estándares comunes y mejorar la coordinación y el estado de alerta ante diversos riesgos, no limitándose a la seguridad militar sino extendiéndose a catástrofes naturales como incendios e inundaciones.
Un hito en la estructura de gestión de crisis de la UE fue la creación del Centro de Coordinación de Respuesta a Crisis (ERCC) y el mecanismo de protección civil en 2001, que permitió una coordinación y apoyo financiero significativos entre los Estados miembros ante catástrofes. Asimismo, el Fondo de Solidaridad de la Unión Europea ha sido crucial en la financiación de la recuperación tras los desastres, demostrando el valor de una respuesta unificada frente a las adversidades.
La asignación de 1.200 millones de euros anuales al presupuesto de la UE para el fondo, cantidad que fue ampliada en 2023, evidencia la creciente necesidad de recursos dedicados a la gestión de desastres. Entre 1980 y 2022, los riesgos naturales han costado a la Unión 650.000 millones de euros, poniendo de relieve la escala económica del desafío y la indispensable respuesta colectiva.
La capacidad de respuesta de la UE ha involucrado también dispositivos como el Dispositivo de Respuesta Política Integrada a las Crisis activado por primera vez en 2015, y el programa ‘rescEU’ en 2019, diseñado para actuar cuando los Estados miembros se vean totalmente sobrepasados por una catástrofe. Estas iniciativas reflejan cómo la Unión Europea ha ido adaptando sus estructuras, financiación y estrategias a un entorno cada vez más desafiante, cumpliendo con la visión de Monnet de una Europa forjada y fortalecida en las crisis que enfrenta.