La tasa de riesgo de pobreza de los inmigrantes que residen en España supera la media europea

El Observatorio Social de ”la Caixa” ha presentado hoy en CaixaForum Madrid un debate monográfico sobre los retos y oportunidades de la inmigración, moderado por el periodista y director de Análisis y Desarrollo Global de ISGlobal, Rafael Vilasanjuan, y con la participación del profesor de la UNED Luis Camarero y la catedrática de la Universidad de Alcalá, Olga Cantó.

En el debate se ha presentado el Análisis de las necesidades sociales de la población inmigrante del Observatorio Social de ”la Caixa”, que explica cómo el empleo juega un papel clave en el proyecto de las familias inmigrantes (por procurarles sustento y porque de este elemento depende la renovación de los permisos para seguir en España). La crisis de 2007 provocó una brecha que aún no se ha cerrado: el 16% de las familias inmigrantes tuvieron a todos sus miembros en desempleo en los años centrales de la recesión (vs. 9,5% en el caso de las familias autóctonas).

La precariedad laboral castiga especialmente a este colectivo, que acumula cerca del doble de inestabilidad laboral (en 2018, el 16,8% de las familias inmigrantes viven en hogares en que todos los empleados tienen un contrato temporal vs. 9,1% en el caso de los no inmigrantes) y el triple de pobreza laboral (33,7% vs 10,6% de los autóctonos en el mismo año).

Además, la tasa de riesgo de pobreza de los inmigrantes que residen en España, un 46% en 2017, es claramente superior a la que el mismo grupo registra en el conjunto de la UE-28. Solo en España y Grecia los valores son superiores al 40%. Sin embargo, en comparación con la población autóctona (18% de riesgo de pobreza en 2017), España no es el país con diferencias más altas: el contraste entre inmigrantes y nativos es aún mayor en países como Suecia, Austria o Bélgica, en los que el riesgo de ser pobre se triplica para las familias de origen extranjero.

La situación es peor, además, en el caso de las mujeres. Las trabajadoras extranjeras ganaron al año, de media, poco más de 14.000 euros brutos en 2016, frente a los casi 27.000 ingresados por los varones de nacionalidad española. Los datos de la Encuesta de Estructura Salarial ilustran claramente la doble brecha, de género y origen, que condiciona la exigua ganancia de las mujeres inmigrantes empleadas en nuestro país.

Del mismo modo, la vivienda es una necesidad social que las familias inmigrantes han tenido dificultades para cubrir de forma adecuada, en un contexto de precios elevados, insuficiente oferta en el mercado de alquiler y ausencia de ayudas públicas eficaces. La consecuencia ha sido una gran sobrecarga económica por el gasto asociado a la misma y el acceso a viviendas con peores condiciones de habitabilidad. El coste de la vivienda supone una sobrecarga para el 49% de los inmigrantes (y el 16,8% de autóctonos), al absorber más del 30% de sus ingresos.

El 10 % de la población rural española ha nacido en el extranjero

En el debate se han presentado también datos del artículo «La inmigración dinamiza la España rural», publicado por el Observatorio Social de ”la Caixa”, que concluye que la población de origen extranjero es esencial para el rejuvenecimiento y la preservación de la actividad en la España despoblada. El estudio, elaborado la UNED y la Universidad de Valladolid, señala que cerca del 10 % de los residentes en municipios españoles de menos de 10.000 habitantes ha nacido en el extranjero. Además, los autores apuntan que, en el grupo de entre 20 y 39 años, la cifra ronda el 16 %, por lo que los inmigrantes rejuvenecen la España rural.

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