La serie La Promesa sigue demostrando por qué es uno de los dramas más adictivos de la televisión española. Cada nuevo capítulo es un torbellino de emociones que desmorona a sus personajes, por lo que el capítulo del viernes 13 de junio no es la excepción. Con revelaciones demoledoras, decisiones definitivas y un regalo que nadie se esperaba, la tramática se dirige a un punto de no retorno.
MATRIMONIOS FALSOS Y EXCOMUNIONES
La noticia de que Toño y Norberta en La Promesa no han sido legítimamente cazados ha impactado de forma positiva no solo a Simona, sino a cualquier persona que trabajara para el palacio. Lo que parecía una sólida unión se desmorona como un castillo de naipes, dejando a la vista las mentiras de las que se sostiene. En un mundo donde honor es todo, esta noticia interesante podría tener graves consecuencias, sobre todo para Norberta, cuya posición ha estado siempre en cuestión.
No se trata del único engaño de la cocina. Samuel, el cura, pasa su propia cruz cuando la verdad sobre su excomunión se descubre con él como el culpable. María Fernández, en un brote de valentía, lo invita a confesar ante todos, sin preguntar, cada uno que retire su imagen por no atentar a la paz que han conseguido entre la gente. En La Promesa la mentira es un arma de doble filo y la persona que la agarra termina siempre herida.
Y, de otro modo, Lope, Curro y Pía arriesgan sus vidas en una peligrosísima investigación: probar el químico de la pulsera e intentar descubrir si cabe el cianuro. Su decisión desesperada muestra hasta donde llegan a ceder por verdad. La tensión entre los criados llega a una especie de condurbio inevitable, tal y como se viene observando desde comienzos de la novela, cuando Samuel, finalmente, decide hablar y, al hacerlo, conecta todas las palabras que han llegado.
Pero, por otra parte, también hay en este capítulo un desenlace de la historia del engaño de Toño y Norberta, donde ella, gorra en mano, alcachofa desbordante de su particular orgullo, no asume que su alto cargo está en riesgo y él consigue, de otra parte, controlar más la preocupación por lo que podría pensar su madre que no su propia pareja, cosa que se agrava, cuando Simona, desolada por su desengaño, decide un camino de no retorno que puede separarlos para toda la vida.
Pero la principal conclusión que podemos obtener de este capítulo número catorce de La Promesa después de haber dejado claro que las mentiras tienen las patas cortas, que cuando hay que decir ciertas cosas, hay que asumir la verdad de lo dicho y que a la hora de confrontarlas, el precio es más alto del imaginario, es que los personajes de la novela, los criados, también estarán obligados a aceptar una realidad que preferirían ignorar.
EL REGALO DEL DUQUE EN LA PROMESA

Nada en el palacio de La Promesa es lo que aparenta ser, y el «regalo» que Lisandro tiene preparado para Adriano es la prueba perfecta de ello. Después de haberle salvado la vida, el duque ha insistido en recompensar a su salvador, pero lo que finalmente entrega deja a Catalina y a Adriano completamente desconcertados. ¿Se trata de una prueba de gratitud o hay algún tipo de mentira oculta tras aquello? En La Promesa, los presentes más ostentosos pueden ocultar un veneno.
La tensión entre nobles y servidumbre nunca ha sido tan evidente. Catalina, siempre perspicaz, intuye que este acto de «generosidad» es una manera de tenerlos bajo control, y Adriano, más confiado, se debate entre el aceptar o el asumir las consecuencias de no aceptar. En un mundo donde el poder se ejerce con sutileza, ni un simple regalo se convierte en un arma.
Este giro de la trama afecta a los personajes, pero también se hace eco de uno de los temas centrales de esta serie: la lucha de clases donde las clases altas manipulan a los oprimidos. Lisandro, con su actitud oscura, vuelve a poner de manifiesto que en el palacio, nadie da nada a cambio de nada.
El regalo que se plantea en la novela es una finca de las afueras de la ciudad, la cual, según Lisandro, «necesita mano firme». Sin embargo, Catalina irá descubriendo que la finca cuenta con un oscuro pasado que se entrelaza con un escándalo que podría condenar su nombre para siempre. ¿Podría ser esto una casualidad, o el duque conoce cosas que no deja ver?
Adriano, por su parte, accede gustoso a la oferta, percibiéndola como una oportunidad de mejorar socialmente. Pero su ambición será, a su vez, un potencial juicio de valor que le impida comprender que los peligros de aceptar la «generosidad» de Lisandro son muchos. Mientras tanto, Catalina realizarán su propia investigación, determinada a encontrar la verdad antes de que sea demasiado tarde.
DECISIONES IRREVOCABLES Y DESTINOS TRUNCADOS

Leocadia ha llegado al límite. Harta de observar cómo su hermana, Ángela, y Curro se acercan más y más, tomará una de las decisiones más drásticas que cambiará para siempre el futuro de la joven. En La Promesa, el amor no solo es perseguido, sino que además se paga una alta costumbre y Leocadia está dispuesta a cobrar esa deuda. El movimiento de Leocadia es frío, brutal y certero y marca la cuerda hasta la que una mujer herida llega a ir.
Por otro lado, Rómulo y Emilia intentan construir algo verdadero en medio de la tormenta. Los cocineros y la enfermera se percatan de su conducta, pero ¿será amor o simplemente un anclaje a la soledad? En esta historia donde las relaciones son tan frágiles como el cristal, cualquier tropiezo puede hacer que estalle a pedazos.
Este capítulo de La Promesa se cierra con una sensación de urgencia: nada volverá a ser igual. Tras los secretos descubiertos, los regalos envenenados, las decisiones que cambiarán el rumbo de todos los personajes –lo que no impide que esta serie de Antena 3 vuelva a dejar muy claro por qué nada es imposible de ver.
La venganza de Leocadia no se hace esperar: manipula las circunstancias para que Ángela, lejos del palacio, lance a Curro de la manera más cruel posible. Leocadia pone en escena su acto de venganza absoluto; semeja una ejecución con tan solo el dolor. Siendo un acto, casi, salvaje, su venganza sólo prueba la insuperable marca que la herida del pasado le produce. En La Promesa, el rencor es un monstruo voraz y devorador de todo a su paso, un monstruo que da la última vez a Leocadia.
Por su lado también Rómulo y Emilia batallan con sus demonios. Él es capaz de envolverse en la soledad, de la que se ha hecho un diario amigo, y aunque ella le ofrezca su cariño él no sepa cómo gestionarlo; mientras ella trata de no caer en los mismos errores que cometió en su historia amorosa anterior. Ella le hace cambiar la vida, porque su amor, a pesar de lo caótico, florecerá, aunque no sin precio.
El destino de los personajes parece congelado en este capítulo, pero La Promesa siempre deja una última carta en la manga. Con giros o, para ser sinceros, pequeños esbozos de un carácter en el que créditos y amor parece que cohabitan la emoción está a flor de piel y es un espectáculo que promete mantener a la audiencia al borde del sillón preguntándose qué pasará en el próximo episodio.
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