La procesión de la Octava clausura el programa de cultos de la Feria y Fiestas de Ciudad Real 2025

Ciudad Real despide la Semana Grande con una procesión emotiva y llena de tradición

La noche del pasado 22 de agosto quedó marcada en la memoria de los ciudadrealeños como un momento de encuentro, devoción y tradición. La Virgen del Prado volvió a recorrer las calles del centro de la ciudad en la tradicional procesión de la Octava, un acto que cierra la intensa semana de celebraciones en honor a su patrona y que, en esta edición, tomó un carácter más local y cercano para los habitantes de Ciudad Real.

«Hemos vivido una jornada llena de emoción y sentimentalismo», comenta María López, una de las muchas vecinas que salió a la calle para acompañar a su Virgen. La procesión, que comenzó a las 8 de la tarde, reunió a una multitud que desfilaron con alegría y respeto por las calles engalanadas para la ocasión. La presencia de autoridades civiles, militares y eclesiásticas llenó de solemnidad cada paso, con el alcalde Francisco Cañizares a la cabeza, junto a miembros del equipo de Gobierno y la corporación municipal.

El paso de la Virgen del Prado, que recientemente estrenó nuevas bambalinas laterales en su recorrido, fue uno de los protagonistas de la noche. Estas mejoras, que incluyen también futuras intervenciones en el palio y en el techo, reflejan el cariño y la dedicación que la comunidad ciudadrealeña pone en mantener viva su devoción. Pero más allá de las obras, el momento más emotivo fue la tradicional «petalada» en su paso por la Plaza Mayor, ofrecida con amor por la Asociación de Dulcineas y Damas Manchegas, y la alfombra de sal preparada por los jóvenes junto al antiguo Casino, que aportó un toque de color y solemnidad a la procesión.

Este acto protocolario también sirvió para un relevo simbólico en la Hermandad de la Virgen del Prado. Prado Rivera Hernández, quien ha tenido el honor de ser la primera mujer en ostentar el cargo de Hermano Mayor, entregó el testigo a otra mujer, Antonia Mena Muñoz, consolidando así el espíritu de progreso y participación femenina en las tradiciones locales.

Para muchos, este cierre de la Semana Grande marca un momento de reflexión y satisfacción. La procesión de la Octava no solo representa la despedida a unas jornadas llenas de actividades y emociones, sino que reafirma el vínculo entre la ciudad y su patrona, un lazo que se fortalece con cada paso que recorre la Virgen por las calles de Ciudad Real.

La noche se fue apagando entre rezos, aplausos y la certeza de que la devoción que une a la comunidad seguirá viva en cada uno de sus corazones. Porque, como recuerda la tradición, la Virgen del Prado nunca abandona del todo a sus fieles, y siempre vuelve a sus calles en cada rincón de esta querida ciudad.

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