En la reciente ceremonia de entrega de los premios de arquitectura en Castilla-La Mancha, la presidenta del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España, Marta Val-llosera, hizo hincapié en la importancia de una arquitectura que fomente la identidad y la cultura de un lugar. Su defensa de una arquitectura arraigada, que refleje los signos identitarios y culturales y genere un sentimiento de pertenencia en las personas, tuvo lugar en un evento celebrado en Cuenca, donde expertos y entusiastas se dieron cita para galardonar a lo más destacado del sector.
Val-llosera señaló que vivimos tiempos de cambio rápido, intensificados por la globalización y el crecimiento tecnológico. Mientras reconoció la importancia de adoptar estas nuevas herramientas para «optimizar procesos», también advirtió de los peligros de perder los valores fundamentales de la arquitectura, que, según ella, son mucho más que la simple acumulación de estructuras.
Ella articuló que una «buena arquitectura» crea conexiones con su entorno y su legado histórico, alimentándose del conocimiento y las emociones humanas, con arquitectos comprometidos en diseñar espacios que enriquezcan la vida. La presidenta argumentó también que la misión de un arquitecto es contribuir al bienestar de quienes habitan sus obras, aspirando a crear las casas más hermosas posibles, mejorando así la calidad de vida de la gente.
Val-llosera reconoció que la arquitectura es un proyecto «precioso», aunque reconocido por la complejidad de sus retos y las barreras que enfrenta, incluyendo los procesos muchas veces prolijos que podrían optimizarse mediante una gestión más eficaz. Subrayó la determinación de que la arquitectura no solamente perdure a través del tiempo, sino que también se convierta en la cronista de la historia de los lugares y en el patrimonio que dejaremos a las generaciones venideras.
Finalmente, la arquitecta definió a la arquitectura como una herramienta clave para abordar los grandes desafíos de la sociedad contemporánea, como el cambio climático, la crisis de accesibilidad a la vivienda, el aumento de la población envejecida y la necesidad de acomodar nuevos estilos de vida.
