La Paciencia en el Campo de Batalla: Cuando la Guerra Espera y la Humanidad no Puede

A un año del mayor ataque terrorista registrado en Israel, perpetrado el 7 de octubre, las familias de las personas secuestradas por Hamás realizaron vibrantes llamados al gobierno y la comunidad internacional, exigiendo la liberación inmediata de sus seres queridos. Este aniversario fue marcado tanto por la memoria de la tragedia como por la preocupación constante por los secuestrados, cuya situación parece haberse desplazado en la lista de prioridades frente a la escalada de tensiones en diferentes frentes del país, incluida la creciente hostilidad con Irán.

En medio de este contexto de seguridad cada vez más complicado, con nuevos lanzamientos de cohetes hacia Tel Aviv y sus alrededores desde Gaza y Yemen, y ataques adicionales por parte de Hezbolá, las familias llevaron a cabo actos de conmemoración sin el respaldo del gobierno de Benjamin Netanyahu. Le reprochan al ejecutivo no emplear todos los medios necesarios para asegurar el retorno de los rehenes, acusándolo de prolongar conflictos por intereses políticos.

El llamamiento “Bring Them Home Now” (Traedlos a casa ya) resuena en las calles y plazas de Israel, convertido en símbolo de una lucha que trasciende el conflicto armado para tocar las fibras más profundas de la sociedad israelí. En la Plaza del Museo de Arte de Tel Aviv, ahora rebautizada como la plaza de los rehenes, se ha establecido un memorial viviente en honor a los ausentes. Entre relojes que cuentan días de cautiverio y sillas vacías que representan a cada uno de los secuestrados aún en poder de Hamás, el lugar se ha transformado en un punto de encuentro para quienes buscan consuelo y desean compartir sus historias.

Durante las commemraciones, Sapir Cohen, una joven que fue secuestrada y posteriormente liberada en el único intercambio de prisioneros con Hamás hasta la fecha, compartió su emotivo testimonio de supervivencia y fe, destacando la importancia de mantener viva la esperanza y el espíritu de lucha.

A pesar de los esfuerzos y las negociaciones, aún quedan 97 personas en manos de los captores, con un número de supervivientes que podría ser significativamente menor. Los atacantes, que en su momento se enfocaron en comunidades kibutz cercanas a la Franja de Gaza, no solo desplegaron una violencia extrema sino que, según testimonios, involucraron a civiles palestinos en los actos de secuestro.

Este panorama sombrío se ve agravado por la falta de avances en las negociaciones para la liberación de los rehenes, en un contexto donde la ayuda humanitaria enviada a Gaza parece no traducirse en voluntad negociadora por parte de Hamás. Familiares de los secuestrados, como Ricardo, tío de Omer Wenkert, un joven capturado durante el festival de música del 7 de octubre, manifiestan su desesperanza ante el silencio y la inacción, haciendo un llamado directo a Netanyahu para que se priorice la búsqueda y rescate de los ciudadanos israelíes.

Mientras los cohetes siguen surcando los cielos de Israel, y las alarmas de misiles forman parte del paisaje sonoro del país, la sociedad israelí enfrenta el desafío de no solo proteger su territorio, sino también de mantener viva la esperanza de reunir a las familias divididas por el terror, luchando incansablemente por la vuelta de cada uno de los rehenes.

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