En un desarrollo preocupante que ha puesto en alerta a las autoridades sanitarias mundiales, la República Democrática del Congo se enfrenta a un brote de una enfermedad mortal de origen desconocido, que ha sido apodada “Enfermedad X” por expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Hasta el momento, el brote ha causado la muerte de casi 100 personas en la provincia de Kwango, con niños menores de cinco años y personas en estado de desnutrición severa siendo los más afectados.
La enfermedad, detectada por primera vez en octubre, presenta síntomas alarmantes como fiebre, dificultades respiratorias, anemia y tos, indicativos de una posible nueva enfermedad respiratoria. Jean Kaseya, director de los Centros para el Control de Enfermedades de África, confirmó la preocupante naturaleza de esta enfermedad y la urgencia de una identificación precisa.
La OMS ha respondido con prontitud enviando un equipo a Kwango, aunque las dificultades logísticas derivadas de la lejanía de la región están complicando las labores de investigación. Además, la fragilidad del sistema de salud congoleño, agravado por la malnutrición y la escasez de suministros médicos, está dificultando aún más la gestión de la crisis. Se reportó que varias personas hospitalizadas fallecieron por falta de sangre para transfusiones y debido a complicaciones respiratorias.
Las autoridades sanitarias han emitido recomendaciones de prevención, incluido el lavado frecuente de manos con jabón y el evitar reuniones masivas. Sin embargo, subrayan la necesidad de una respuesta rápida y coordinada para contener el brote antes de que pueda cruzar fronteras, en palabras de Dieudonné Mwamba, director del Instituto Nacional de Salud Pública.
Este brote coincide con uno de los mayores brotes de viruela del mono en el país, adicionando una capa de complejidad a los desafíos sanitarios que enfrenta el Congo. La comunidad internacional, preocupada por las potenciales ramificaciones de esta “Enfermedad X”, sigue de cerca los acontecimientos. Algunos expertos consideran este brote como un recordatorio crítico del impacto potencial de pandemias emergentes, resaltando la necesidad de una vigilancia y preparación global robusta.
