En un reciente evento que resalta las tensiones entre libertad académica y la represión gubernamental en Marruecos, Maâti Monjib, un respetado catedrático de historia de 63 años de la Universidad Mohamed V en Rabat, se vio impedido de dejar su país para asistir a una conferencia en la Universidad de la Sorbona en París. A pesar de haber obtenido su tarjeta de embarque sin incidentes, su esperanza de viajar se desvaneció al llegar al control de pasaportes, donde una agente le informó que tenía prohibido salir del país.
Monjib, conocido por su oposición política y su defensa de un sistema parlamentario que garantice libertades y derechos fundamentales en Marruecos, ha sido objeto de acusaciones de malversación y blanqueo de dinero por parte del gobierno marroquí. Como resultado, fue encarcelado durante tres meses a principios de 2021, tiene varios juicios pendientes y su vida profesional y financiera ha sido severamente restringida.
Este episodio es solo el último indicio de la creciente represión en Marruecos, donde el gobierno ha intensificado sus esfuerzos por silenciar a los críticos y opositores. A pesar de las promesas de reforma del rey Mohamed VI, quien ascendió al trono en 1999, la situación de los derechos humanos en el país parece haberse deteriorado. La lista de objetivos incluye desde ex ministros de derechos humanos hasta líderes de protestas pacíficas y periodistas que enfrentan cargos bajo justificaciones cuestionables.
Además, las autoridades han adoptado tácticas preocupantes contra los familiares de críticos y opositores exiliados, apuntando a desalentar la disidencia tanto dentro como fuera de las fronteras del país. La reciente detención de parientes de un youtuber exiliado en Canadá subraya esta escalada de intimidación y represión.
La comunidad internacional, incluyendo organizaciones de derechos humanos y la ONU, ha expresado su preocupación por estas acciones, resaltando el impacto negativo en las libertades fundamentales en Marruecos. Sin embargo, el gobierno marroquí parece mantenido un curso represivo, a pesar de las protestas internas y la atención global.
La situación de Monjib, y de muchos otros como él, refleja un entorno cada vez más hostil para los críticos del gobierno en Marruecos. Mientras el catedrático se prepara para reiniciar su huelga de hambre en protesta por la prohibición de viaje, el panorama político y social en Marruecos continúa siendo preocupante, con poco espacio para el optimismo respecto a un cambio hacia una mayor apertura y respeto a los derechos humanos.