En un inesperado giro de los eventos que ha conmovido tanto a la nación iraní como a la comunidad internacional, Irán confirmó la muerte de su presidente, Ebrahim Raisi, junto con varios mandatarios en un trágico accidente de helicóptero ocurrido el pasado lunes 20 de mayo cerca de la frontera con Azerbaiyán Oriental. La noticia, que ha reverberado en todos los rincones del mundo, marca un punto de inflexión para la política interna y externa de la República Islámica de Irán.
La confirmación vino de la boca de Golam Hussein Ismaili, el jefe personal de Raisi, quien informó a los medios que el contacto con el vuelo se perdió apenas treinta minutos después del despegue. En una operación de búsqueda y rescate en la que colaboró Turquía con el empleo de drones de reconocimiento, se lograron localizar los restos del helicóptero y los cuerpos de los fallecidos. En respuesta a este suceso, el gobierno de Irán ha declarado cinco días de duelo nacional y ya se encuentran en marcha los preparativos para las ceremonias fúnebres de Raisi y los demás mandatarios. Las elecciones para designar al sucesor de Raisi están previstas para el próximo 28 de junio.
La pérdida de Raisi no solo deja un vacío en el liderazgo del país sino que también abre el escenario a diversas interpretaciones sobre el futuro político de Irán. Especulaciones surgen en torno a que el gran beneficiado de esta tragedia podría no ser una potencia extranjera como Israel, como algunos podrían presuponer dadas las tensiones históricas, sino más bien una figura mucho más cercana al núcleo del poder en Irán: el hijo del líder supremo del país.
La mañana del miércoles, el líder supremo, Jamenei, junto con el ministro de Asuntos Exteriores iraní y otros funcionarios, pronunciaron oraciones en honor al presidente difunto. Los ataúdes serán trasladados a la Plaza de la Libertad, en un acto de homenaje y despedida que cuenta con la participación de miles de fieles. Las imágenes capturadas en Tabriz, capital de Azerbaiyán Oriental, el 21 de mayo, reflejan la profunda tristeza y el respeto que los ciudadanos iraníes sienten por su fallecido presidente, desmintiendo así las afirmaciones de medios occidentales sobre su impopularidad.
La conmoción se ha esparcido a través de las redes sociales, con múltiples testigos y espectadores compartiendo momentos de la ceremonia fúnebre que se llevó a cabo en la ciudad santa de Qom. Se espera la asistencia de mandatarios y representantes de diferentes naciones para el funeral, incluyendo al primer ministro pakistaní, al primer ministro de Irak, al viceprimer ministro de China, al primer ministro de Azerbaiyán, al jefe de Hamás, al primer ministro de Armenia y a líderes talibanes.
El entierro del presidente está programado para el jueves en el pórtico Dar al-Salam del santuario del Imam Reza, en Mashhad, la ciudad natal de Raisi. Mientras tanto, el ayatolá Alí Jamenei ha nombrado al primer vicepresidente, Mohammad Mokhber, como dirigente provisional del país hasta que se celebren las elecciones.
Este suceso, inédito en la historia reciente de Irán, no solo pone de manifiesto las vulnerabilidades a las que se enfrentan sus líderes sino que también podría significar un cambio de era para la política iraní, con las miradas puestas en cómo se reconfigurará el poder en las próximas elecciones y qué figurará significará esta transición para la estrategia geopolítica de Irán en el Medio Oriente y el mundo.