Las exequias de Jorge Bergoglio, el primer papa latinoamericano de la historia, previstas para el sábado en la Plaza de San Pedro, se perfilan como un evento que va más allá del ámbito religioso para adentrarse en territorio de la política internacional. Con la confirmación de delegaciones de 130 países, y expectativas de alcanzar las 170, además de contar con la presencia de aproximadamente 50 jefes de Estado y 10 soberanos reinantes, este evento subraya la trascendencia global de Francisco, quien ha sido una figura fundamental en la lucha por la paz.
El testamento de Bergoglio, quien ofreció el sufrimiento de sus últimos días al Señor «por la paz en el mundo y la fraternidad entre los pueblos», se hace eco en este masivo encuentro internacional, convirtiendo su funeral en una oportunidad para testar el pulso de diversas situaciones geopolíticas y diplomáticas en juego.
La llegada de figuras como el presidente estadounidense Donald Trump, junto a Melania, y la anticipación de la presencia del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, apenas una semana después del encuentro de Trump con Bergoglio, añade capas de complejidad a las dinámicas internacionales en la plaza. La expectativa de un posible encuentro entre Trump y Zelenski, tras un tenso intercambio hace apenas un mes, genera un ambiente cargado de expectativas y especulaciones.
Por otro lado, la ausencia de líderes como Vladímir Putin, impedido por una orden de arresto internacional, y Benjamin Netanyahu, que ha optado por el silencio tras una relación tensa con el Vaticano, señala los delicados equilibrios y las fracturas en el escenario internacional. La decisión de Netanyahu de no asistir al funeral, junto con la eliminación de un tuit de condolencias por parte del ministro israelí de Exteriores, resalta las complejidades de estas relaciones diplomáticas.
El funeral abre también ventanas a conflictos más amplios, como la situación entre China y Taiwán. La elección de mantener un perfil bajo, con representaciones diplomáticas mínimas por parte de ambos, sugiere un intento de no agravar tensiones.
En Europa, la decisión del gobierno francés de ondear banderas a media asta ha suscitado críticas por parte de quienes ven en ello una violación del principio de secularidad del estado, reflejando la diversidad de interpretaciones y la sensibilidad de la figura de Francisco a nivel global.
La asistencia de líderes de una amplia gama de países, junto con la notable ausencia de la presidenta de Perú, Dina Boluarte, cuyo viaje fue vetado por el Congreso peruano, pone de relieve la significación y las repercusiones del papado de Francisco más allá de lo espiritual.
En este contexto, las exequias de Francisco no solo sirven para despedir a un líder espiritual profundamente admirado, sino que se convierten en un espejo de las dinámicas actuales del poder mundial, dibujando un mapa de alianzas, tensiones y desafíos que trasciende los límites de la fe.