La lucha contra el crimen en Ecuador conduce a un hito polémico: La apertura a bases militares internacionales

Hace menos de cinco años, Ecuador era celebrado como uno de los lugares más seguros de Latinoamérica. Hoy, esta percepción ha sufrido un giro drástico tras el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio, evidenciando una escalada de violencia sin precedentes. El país enfrenta ahora una tasa de homicidios violentos de 43 por cada 100.000 habitantes, superando a naciones que históricamente han batallado con niveles altos de criminalidad.

El aumento del poder de las bandas criminales, tanto dentro como fuera de las prisiones, ha llevado al gobierno de Daniel Noboa a declarar una guerra sin cuartel contra estos grupos delictivos. Esta situación ha motivado medidas extremas, como la propuesta de eliminar la prohibición constitucional del establecimiento de bases militares extranjeras en suelo ecuatoriano, buscando revertir la situación de inseguridad que asola el país.

Este giro en la política de seguridad representa un cambio radical respecto a la medida adoptada por el expresidente Rafael Correa, quien en su mandato expulsó a las fuerzas militares estadounidenses de la base de Manta. No obstante, la medida ha generado escepticismo tanto a nivel nacional como internacional, con Estados Unidos declarando no tener planes inmediatos de establecer una presencia militar permanente en el país.

La situación en las cárceles ecuatorianas, donde recientemente dos jefes de seguridad fueron asesinados, simboliza el profundo problema de seguridad que enfrenta la nación. Estos recintos, según expertos, carecen de inversión en tecnología y políticas adecuadas para garantizar la seguridad de sus operaciones, dejando en evidencia la fallida estrategia para contener la violencia.

Por otra parte, la percepción pública sobre la presencia de bases militares extranjeras no ha sido de gran preocupación. Los ciudadanos ecuatorianos están más alarmados por problemas inmediatos como cortes de luz o la violencia callejera, que afectan su vida cotidiana de manera más directa y tangible. Estos temas, junto con la seguridad al caminar de noche, que ha experimentado un notable declive, resaltan las múltiples dimensiones de la crisis de seguridad que enfrenta Ecuador.

En este contexto, especialistas y funcionarios advierten que sin un enfoque integral que aborde las causas subyacentes de la inseguridad, incluyendo la debilidad institucional y la falta de oportunidades económicas, la situación podría continuar deteriorándose. El país enfrenta el reto de encontrar soluciones efectivas que no solo contengan el avance del crimen organizado, sino que también promuevan el bienestar y la seguridad de su población.

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