De los muchos escenarios sobre la mesa, el que menos se barajó era el de un regreso a Bélgica. Carles Puigdemont, el expresidente catalán, marcó el fin de una semana de incógnitas con su llegada a Waterloo, Bélgica, tras una fugaz aparición en España que culminó en su segunda huida en siete años. Su residencia en la localidad belga, conocida como «casa de la república», se convirtió en el epicentro de una atención mediática sin precedentes, atrayendo tanto a simpatizantes como a curiosos que buscaban inmortalizar el momento con fotografías. La división entre los residentes de Waterloo sobre su célebre vecino es palpable, con emociones que fluctúan entre el hartazgo y la empatía.
La semana pasó envuelta en misterio respecto al paradero de Puigdemont, quien había prometido su asistencia a la investidura de Salvador Illa. Tras cruzar la frontera francesa de manera inesperada y hablar ante miles de simpatizantes en el Arco del Triunfo, su desaparición y reaparición en Bélgica al día siguiente dejaron a muchos en shock. Este acto no solo fue una muestra de desafío, sino también una jugada estratégica que logró confundir a las fuerzas de seguridad y capturar la atención de la prensa internacional.
En Waterloo, un ambiente de calma se ve interrumpido por la presencia continua de visitantes, demostrando el fuerte apoyo y curiosidad que Puigdemont sigue inspirando. Sin embargo, el día del supuesto regreso de Puigdemont a su domicilio belga, la expectación creció. Las acciones de un amo de llaves jugando al despiste con la prensa, aperturas y cierres de la valla de acceso, y el vaivén de vehículos despertaron teorías y especulaciones. Sin embargo, fue un tuit del propio Puigdemont el que confirmó su presencia en Waterloo, invitando a una reflexión sobre los recientes eventos y su complejo contexto político.
Este regreso no solo recalca la habilidad de Puigdemont de moverse con libertad pese a las restricciones, sino que también simboliza un nuevo capítulo para el movimiento independentista catalán. Aunque el regreso de Puigdemont a Bélgica pudiera parecer un retroceso para algunos, para él y sus seguidores representa una oportunidad de reevaluar y continuar su lucha desde el corazón de Europa, demostrando una vez más su capacidad para permanecer en el centro de la atención mediática y política.