La infanta Cristina celebra su 59º cumpleaños en un contexto de renovación personal y institucional. Tras años de estar marginada públicamente debido a un escándalo que involucró tanto a ella como a su exmarido Iñaki Urdangarin, su figura está experimentando una notoria recuperación dentro de la Casa Real. Este regreso tiene lugar después de que su hermano, el rey Felipe VI, junto a los altos cargos de la Casa Real, decidiera reintegrarla a responsabilidades institucionales, marcando un cambio significativo en la dinámica tanto familiar como institucional. Esta decisión ha abierto el camino a la infanta, incluso frente a la posición de la reina Letizia quien aparentemente no ha podido evitar la reincorporación de Cristina ni la presencia de sus sobrinos en la Zarzuela.
Asimismo, la infanta ha comenzado a hacerse presente en actividades previamente inaccesibles para ella, lo que supone una clara señal de su restablecido papel dentro de la familia real. Recientemente, fue parte de la entrega de becas de La Caixa presidida por el rey Felipe VI y se le vio al lado de la reina Sofía en la Semana Santa, destacando una cercanía que no se observaba hace años. Este acercamiento y participación activa no solo indican una rehabilitación de su imagen sino también un esfuerzo por parte de la Casa Real de mostrar una unidad familiar frente a las adversidades pasadas.
El regreso de la infanta Cristina a la Zarzuela, reflejado en el creciente papel que sus hijos, Irene y Miguel Urdangarin, desempeñan en las reuniones y eventos de la Casa Real, simboliza una nueva era de reconciliación y fortalecimiento de los vínculos internos. La situación de la infanta y su familia demuestra un esfuerzo consciente por parte de la monarquía española de superar escándalos pasados y presentar una imagen de estabilidad y unidad. Con esto, la Casa Real aspira a renovarse y proyectar cohesión al pueblo español y al mundo, mostrando un camino de superación y adaptación ante las crisis.
