En un despliegue sin precedentes desde el inicio del conflicto, drones ucranianos penetraron profundo en territorio ruso en las primeras horas del 11 de marzo, marcando uno de los ataques más significativos con un total de 337 vehículos no tripulados. Este ataque no solo resultó en la caída de varios drones sobre edificaciones en la capital, causando la muerte de cuatro personas y la interrupción de servicios en aeropuertos, sino que también puso en jaque la infraestructura energética rusa, golpeando duramente una refinería de petróleo y afectando un oleoducto esencial para las exportaciones del país.
Este incidente emblemático señaló el comienzo de las conversaciones en Arabia Saudí entre representantes de Ucrania y Estados Unidos, subrayando la capacidad de Kiev de golpear en el corazón de Rusia y plantear la posibilidad de repetir tal hazaña. Una semana después del espectacular ataque con drones, Ucrania lanzó otra incursión en la región de Krasnodar, específicamente un incendio en un almacén de petróleo cerca de la aldea de Kavkazskaya, sumando alrededor de 14 incursiones contra Rusia en lo que va de marzo.
Este último ataque ocurre en medio de una tregua negociada entre Donald Trump y Vladimir Putin que estipulaba el cese de ataques contra infraestructuras durante 30 días. No obstante, la respuesta de Kiev post-conversación y la subsiguiente oleada de 150 drones lanzada por Rusia contra instalaciones energéticas ucranianas contradicen los términos acordados, señalando una grave falta de reciprocidad por parte de Kiev, según declaraciones del portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
De igual manera, el escenario recalca la difícil situación que enfrenta Rusia debido a las sanciones occidentales. La incapacidad de fácilmente reemplazar los componentes dañados o destruidos de su infraestructura energética, especialmente en la refinación de petróleo, representa un desafío significativo, según Roman Nitsovych, director de investigación de DiXi Group.
Este conflicto también ha abierto una conversación más amplia sobre la fiabilidad de los acuerdos con Rusia y la resilencia ucraniana frente a los ataques dirigidos a su infraestructura civil. Aunque las expectativas sobre el alto al fuego y la protección de las infraestructuras energéticas ucranianas son cautelosas, la preparación de Ucrania para manejar interrupciones en el suministro eléctrico muestra un camino de fortaleza notable.
En un contexto de continuas tensiones y desarrollos en el conflicto, estos eventos resaltan tanto los desafíos estratégicos como las cuestiones humanitarias subyacentes, con Kiev y Moscú en un punto crítico de su confrontación. La utilización de drones, la vulnerabilidad de la infraestructura energética y la incertidumbre sobre los acuerdos de paz dibujan un complejo panorama en la conflictiva relación entre Ucrania y Rusia.