El 1 de octubre celebramos el Día Internacional de las Personas Mayores, una fecha que nos invita a reflexionar sobre su papel fundamental en nuestra sociedad.
En un mundo donde la juventud y la inmediatez parecen acaparar la atención, es esencial recordar que la experiencia y sabiduría de las personas mayores son pilares para el progreso y la cohesión social.
A lo largo de nuestras vidas, acumulamos experiencias, conocimientos y lecciones que, al llegar a la vejez, se convierten en un patrimonio invaluable. Los mayores no solo son la memoria viva de nuestro entorno, sino que también representan el tejido que une generaciones, transmitiendo valores, tradiciones y aprendizajes que nos enriquecen.
Sin embargo, la sociedad actual parece haber olvidado que los mayores han contribuido de manera decisiva a construir un mundo mejor. Con su esfuerzo y sacrificio, han trabajado incansablemente para forjar las bases de la sociedad que hoy disfrutamos. Han sido testigos de grandes cambios, han superado adversidades y, en muchos casos, han levantado a sus familias y entornos con dedicación.
A pesar de su valor, las personas mayores siguen enfrentando la discriminación por edad, un fenómeno que lamentablemente se ha normalizado. Esta discriminación, que se manifiesta en la exclusión y la falta de oportunidades, refleja la incapacidad de reconocer que los mayores son una fuente de conocimiento y un recurso valioso.
Por ello, es fundamental reconocer que envejecer con dignidad implica garantizar sistemas de atención y apoyo adecuados. En un mundo donde la longevidad es cada vez mayor, debemos asegurar que quienes necesiten cuidados reciban la atención de calidad que merecen.
Es decir, nuestra sociedad debe mirar con ojos ‘nuevos’ a las personas mayores y al proceso de envejecimiento, tratándolo como una dimensión continua a lo largo de la vida. Y para ello, es crucial que reservemos un espacio para ‘cuidarnos unos a otros’ en nuestro pensamiento y organización de vida.
Desde la Unión Europea de Mayores (ESU), pedimos a la nueva Comisión de la UE que continúe avanzando en políticas sobre el cambio demográfico, implementando la Estrategia Europea de Cuidados y asegurando que se incorpore una visión del envejecimiento que tenga en cuenta las diferencias políticas, regionales y tradiciones locales del entorno comunitario.
No podemos permitir que la edad sea motivo de marginación. El envejecimiento es un proceso natural, y las personas mayores tienen derecho a vivir con dignidad, respeto y acceso a oportunidades para seguir contribuyendo.
Con la máxima de que el envejecimiento activo y saludable debe ser una prioridad, desde la ESU hemos impulsado propuestas para garantizar los derechos y el bienestar de las personas mayores, incluyendo la promoción de una agenda mundial de investigación sobre el envejecimiento y el uso de la tecnología para asegurar que no queden al margen de los avances digitales.
También hemos instado a la Comisión Europea a implementar una Estrategia que combata la soledad de los mayores europeos, ya que esta tiene un impacto devastador en la salud física y emocional. Y así, fomentar la creación de redes solidarias intergeneracionales que impulsen el acompañamiento y el intercambio de conocimientos.
Hoy, más que nunca, debemos recordar que los mayores no son un estorbo para la sociedad. Son un legado que debemos cuidar y respetar. Su experiencia y sabiduría son una fuente de inspiración y aprendizaje para las nuevas generaciones.
Este 1 de octubre, elevemos la voz para recordar que los mayores son esenciales y que su contribución es indispensable para un futuro más justo y equitativo. Al final, la verdadera riqueza de una sociedad se mide por cómo cuida y valora a sus mayores.
Carmen Quintanilla Barba
Vicepresidenta de la Unión Europea de Mayores (ESU) del PPE
Presidenta nacional de AFAMMER
Parlamentaria Permanente y Honoraria de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa.