El delegado provincial de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte en Ciudad Real, José Caro, se ha congratulado este viernes de la declaración como Bien de Interés Cultural, en la categoría de Monumento, de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Olmos de Torre de Juan Abad (Ciudad Real) por parte del Consejo de Gobierno de Castilla-La Mancha.
“Es una demostración más del compromiso del Gobierno de Emiliano García-Page, con la protección, difusión y puesta en valor del patrimonio cultural de Castilla-La Mancha”, ha indicado Caro, quien ha explicado que en este caso “se ha hecho atendiendo a unos valores artísticos muy destacados como el retablo mayor, las pinturas del presbiterio y el retablo mayor, obra de Francisco Cano, además del órgano barroco, una joya construida en 1763 por Gaspar de la Redonda y que conserva todas las piezas originales”.
En este sentido, y tras recordar que recientemente el Gobierno regional ha restaurado los retablos colaterales, el delegado de Educación, Cultura y Deporte ha destacado que la declaración de BIC de este inmueble genera la protección de un referente del patrimonio cultural de nuestra Comunidad Autónoma y, especialmente, del municipio de Torre de Juan Abad que, por lo tanto, revertirá en todos sus habitantes, al mismo tiempo que favorecerá la gestión del apoyo cultural a este importante patrimonio cultural desde las administraciones públicas.
Finalmente, José Caro ha detallado que Torre de Juan Abad, su iglesia y su órgano, son el marco ideal para la celebración cada año del Ciclo Internacional de Conciertos que en 2023 ha llegado a su XXII edición en colaboración con el Ayuntamiento de la localidad.
Una iglesia del siglo XV sobre la planta de una capilla de 1243
La iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Olmos está fundada sobre una pequeña capilla de planta rectangular que ya existía en 1243. Creada por la Orden de Santiago, se puede apreciar su impronta en la cruz-espada característica de los caballeros santiaguistas en los frontones del templo. La traza actual data del siglo XV, su mayor parte es de los siglos XVI y XVII, con predominio de estructuras renacentistas. Sufrió varias reformas hasta el s. XVIII.
En conjunto es un claro ejemplo del proceso renovador de las iglesias parroquiales en La Mancha que, durante el siglo XVI, supuso la consolidación de la arquitectura tardogótica y la aceptación del nuevo lenguaje renacentista llegado de Italia, en la que, a lo largo de dos siglos, intervinieron los maestros canteros, tallistas y arquitectos más novedosos e importantes de cuantos trabajaron en esta zona.
La cabecera fue proyectada por el maestro Juan de Arama, quien también intervendría en las parroquiales de Terrinches, Almedina, Villahermosa y Villamanrique. El arquitecto fue el más innovador de cuantos intervinieron en el Campo de Montiel, formando parte del círculo de Francisco de Luna y de Andrés de Vandelvira. El proyecto consistió en una colosal cabecera de estructura tardogótica formada por un ábside poligonal de tres lados unido a un gran tramo presbiteral. La importancia de esta zona radicó en la introducción del nuevo lenguaje renacentista, al cubrir el presbiterio con un ochavo casetonado sobre trompas aveneradas y columnas clásicas de capitel corintio, estructura muy similar a la que Andrés de Vandelvira estaba proyectando, en esta misma época, en el convento de santo Domingo de La Guardia (Jaén). El espacio presbiteral cuadrado que le continua, estaría cubierto por bóveda de crucería y terceletes. Tras su deterioro, fue transformado en el siglo XVIII. La cabecera estaría terminada hacia 1580.
La iglesia posee dos portadas: la de la umbría, muy sencilla, está formada por un arco conopial muy simple de tradición gótica, mientras que la de la solana o principal tiene una gran entidad constructiva y bebe de los postulados del barroco clasicista. Está configurada a modo de arco de triunfo y se compone de un primer cuerpo formado por un arco de medio punto de trasdós moldurado, flanqueado por columnas toscanas que sostiene el entablamento realizadas en roca arenisca en jaspeado que aparenta ser de mármol. En los laterales se encuentran pirámides con bolas de raíz escurialense y se remata con un segundo cuerpo formado por una edícula con hornacina, también decorada con los elementos escurialenses.
El interior, de una sola nave con crucero abovedado y planta de cruz latina de brazos cortos, es de gran valor artístico por sus tres retablos y el órgano.
El retablo, una de las pocas muestras manieristas en la región
El retablo mayor, una de las pocas muestras de estilo manierista en nuestra región, restaurado durante el año 2021, ocupa la zona central del presbiterio, estando dedicado a la coronación de María. Su artífice fue el escultor y arquitecto Francisco Cano, una de las figuras clave en este arte, quién realizó una de las maquinas arquitectónicas en madera más bella de cuantas se conservan en la mitad sur peninsular y que, por su valor. podría ser declarado de forma independiente BIC. Responde a un lenguaje manierista, en donde el tratado de arquitectura de Serlio ha sido perfectamente aplicado.
A ambos lados del crucero existen dos grandes y hermosos retablos barrocos denominados de san Jerónimo y de san Juan Bautista, obra del escultor local Cristóbal García Hidalgo, de indudable mérito formados por un cuerpo bajo de tres calles con hornacina en la del centro (con figuras de edad más moderna), de planta cóncava y un cuerpo alto, el ático, de forma semicircular, dividido en tres gajos, a modo de venera, el central con la escenas en relieve, con policromía sobre fondo dorado, y los laterales con motivos decorativos vegetales carnosos de gran relieve, y todo el borde rematado por dos molduras vegetales en dorado con un florón en la parte central superior. Decoradas con profusión de motivos decorativos en relieve, la tipología de estos retablos se corresponde con el tardo barroco clasicista. El órgano barroco se encuentra aún en uso y es uno de los mejores órganos antiguos de España, de forma que la Iglesia parroquial de Nuestra Sra. de los Olmos, conserva la fábrica material, las pinturas del presbiterio, el retablo mayor, los retablos colaterales y el órgano de Ceballos, en el conjunto de todos estos elementos podemos conocer, apreciar y estudiar la presencia e impronta de los gustos estéticos presentes en todas sus fases constructivas, desde la tradición mudéjar hasta las concepciones barrocas, pasando por el dominio de las estructuras tardogóticas y su depuración hasta formas desornamentadas, herederas de las principales escuelas renacentistas.