Imagina una escapada perfecta que te lleve a descubrir tres auténticas joyas de España: Alhaurín el Grande, Baena y Alcázar de San Juan. Tres destinos donde la tradición, la cultura, la historia y la gastronomía se entrelazan para dar forma a un viaje inolvidable.
Esta gastroruta está pensada tanto para quienes ya saben que nuestro país es un mosaico de lugares con alma, como para quienes aún no son conscientes de las maravillas que les esperan a tan solo un recorrido en coche. En cada parada podrás saborear recetas llenas de memoria, esas que evocan la cocina de nuestras abuelas y madres, y al mismo tiempo dejarte sorprender por el encanto de calles cargadas de historia y leyendas.
Una propuesta que invita a disfrutar con los cinco sentidos… ¡y que merece apuntarse en la lista de próximos viajes!
Arrancamos en Alhaurín el Grande.
El inicio de esta grastroruta promete. Alhaurín el Grande, un pueblo blanco a un paso de Málaga, ofrece un viaje al pasado a través de sus plazas con siglos de historia y huellas árabes, como el Arco del Cobertizo. La tradición se fusiona con la modernidad en este municipio del Valle del Guadalhorce, conocido por su riqueza agrícola, sus molinos históricos y una Semana Santa de Interés Turístico Nacional. Es un refugio tranquilo para quienes buscan huir de las masas y adentrarse en la autenticidad, saboreando una gastronomía local única, paseando por los bosques de la Sierra de las Nieves o visitando sus cercanas playas, para después regresar al sosiego del pueblo.
¿Qué debes saber si te sientas a la mesa en Alhaurín el Grande? Pues que su cocina honra la humildad del campo, destacando el icónico pan cateto, elaborado con masa densa y horneado en leña. Platos de invierno como las sopas cachorreñas y los mojetes de bacalao, junto a las migas con uvas o granada, reflejan la tradición de la cocina de aprovechamiento. La tierra también aporta la materia prima de su dieta mediterránea, con productos como aguacates, naranjas y aceitunas. La tradición también se saborea en sus embutidos y en una rica repostería artesanal que incluye bollos de aceite y las originales tortas de aceite.
Nuestro viaje continúa en Baena.
En la soleada Campiña cordobesa, la histórica Baena sorprende con sus ritos únicos, como el toque de del tambor durante la Semana Santa. Dominada por un castillo árabe milenario, la ciudad ofrece un recorrido que va desde iglesias renacentistas y platerescas, como Santa María la Mayor, hasta el fascinante Museo del Olivar y el Aceite. Un viaje al pasado, con su riqueza arqueológica del yacimiento de Torreparedones, y una parada para la aventura en la Cueva del Yeso, convierten a este enclave andaluz en un destino que equilibra tradición, cultura e historia con un dinamismo singular.
Si hablamos de cocina en Baena es para rendir un tributo a la sencillez y a la calidad de sus productos, con el aceite de oliva virgen extra con D.O. Baena como orgullo y base de su cocina. Sus platos combinan tradición e innovación, fusionando recetas clásicas como el salmorejo cordobés con berenjenas rebozadas, o elevando la humildad del revoltillo baenense a la alta cocina. Las mesas locales se visten con el contundente empedraíllo y curiosas brochetas llamadas «ratones». La herencia árabe se paladea en su repostería, mientras que el mojete de papas es el plato casero por excelencia, símbolo de la riqueza de sus recetarios familiares.
Ponemos punto y final (o no) a nuestro viaje en Alcázar de San Juan.
Alcázar de San Juan es un viaje al corazón de La Mancha, donde la historia de don Quijote cobra vida. En la Iglesia de Santa María, se encuentra la partida de bautismo de Miguel de Cervantes, un tesoro que conecta al genio literario con este lugar. La ciudad, salpicada de molinos quijotescos y guiños cervantinos, ofrece un recorrido entre el Torreón del Gran Prior, vestigio medieval, y el Museo Casa del Hidalgo. Pero Alcázar es también naturaleza, con su Complejo Lagunar, y una rica cultura vinícola y festiva, que la convierten en un destino que invita al viajero a perderse en el tiempo.
En Alcázar de San Juan, la gastronomía es un legado que narra la historia de pastores y jornaleros. Sus platos, como las humildes y sabrosas migas o los icónicos duelos y quebrantos que aparecen en la obra de Cervantes, son un reflejo de la vida de La Mancha. El queso manchego, con Denominación de Origen, es el orgullo de la región, mientras que el pisto y las calderetas de cordero reflejan su riqueza agrícola y festiva. El recorrido se endulza con las famosas tortas de Alcázar, elaboradas por las monjas clarisas, y se vive a través de la tradición del tapeo, que invita a saborear la autenticidad en cada bocado.