Existen confesiones que acrecientan los puntos de no retorno y provocan tormentas que nadie puede detener en ‘La Promesa’. La familia Luján, con el peso de su serio apellido y con la fragilidad de su reputación, es atrapada en uno de estos momentos difíciles. La confesión de Catalina de su venganza hacia el barón de Valladares, lejos de cerrar viejas heridas, provoca una raja que amenaza con dividir a todos. Un acto de justicia para ella es, sin embargo, un problema habitado por una dimensión enorme para los suyos, quienes deben saber gestionar la jauría pública que proviene de un secreto muy rodeado de peligrosidad.
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LA CONFESIÓN DE CATALINA EN LA PROMESA
Fuente: RTVE
Catalina jamás pensó que sus palabras darían lugar a aquella tormenta. La confesión de que ella intentaría vengarse del barón de Valladares no parece un legítimo ajuste de cuentas, sino una imprudencia que compromete a toda la casa Luján. Lo que ella defendió como dignidad, aquél lo ve como una amenaza frontal contra el endeble equilibrado familiar.
Alonso en ‘La Promesa‘, ejerciendo de padre y patriarca, no oculta sus angustias. Es consciente de que su hija ha llegado a un punto de no retorno, y el miedo a lo que viene se convierte en una pesada losa que lo aprisiona de día y de noche. En su mirada se mezclan la componenda protectora de quien quiere salvar a los suyos de un abismo que asoma por inevitable y la culposa reprimenda.
La sonoridad de esta confesión no solo supera las paredes del palacio, sino que se transforma en una mancha problemática de la imagen familiar. Martina, sabedora del costo del escándalo, se ve obligada a aceptar aquello que no quiere aceptar; aceptar un «cargo» en el Patronato de la Milagrosa. Lo hace de una manera pragmática, como si quisiese pulir la apariencia pública de los Luján y a pesar de tener en su interior la incomodidad de sentirse utilizada como si fuera simplemente un valor en la mercadotecnia.