En una reciente cumbre en Riad, representantes de Rusia y Estados Unidos se sentaron a la mesa con el fin de discutir sobre la paz en Ucrania, marcando uno de los encuentros más críticos en el panorama diplomático internacional. En un contexto de tensiones crecientes, Europa ha desplegado una estrategia audaz: utilizar 183.000 millones congelados de fondos rusos como herramienta de negociación.
Las conversaciones en Arabia Saudí han abierto una ventana a la posibilidad de un alto al fuego marítimo, aunque con una condición por parte de Rusia que ha capturado la atención global: la reinstauración del acceso al sistema SWIFT para el Rosselkhozbank, un banco crucial para las exportaciones agrícolas y de fertilizantes de Rusia. Este requisito emerge como el núcleo de un entramado financiero internacional que ahora juega un rol indiscutible en las negociaciones, reflejando la poderosa influencia que las sanciones económicas y el control sobre los canales financieros pueden ejercer en las relaciones geopolíticas.
El sistema SWIFT, acrónimo de Society of Worldwide Interbank Financial Telecommunication, es una entidad con sede en Bélgica que conecta a más de 11.000 instituciones financieras en más de 200 países, permitiendo la comunicación segura y eficiente a nivel mundial para la ejecución de pagos internacionales. Este sistema no realiza transferencias de fondos directas, pero las instrucciones que se envían a través de su plataforma son esenciales para el movimiento de dinero a nivel global. Cada institución dentro de SWIFT cuenta con un identificador único, o código SWIFT, que es fundamental para las operaciones transfronterizas.
Desde el inicio de la invasión a Ucrania, la Unión Europea excluyó a varias entidades financieras rusas del sistema SWIFT como parte de una serie de sanciones económicas, lo que ha representado un duro golpe para el país, dejándolo prácticamente aislado del circuito financiero mundial. Sin embargo, algunos bancos rusos vinculados al comercio de energía, como Gazprombank y Sberbank, han mantenido su acceso, revelando la complejidad y las consideraciones estratégicas detrás de estas decisiones.
La demanda de Rusia para reintegrar al Rosselkhozbank al sistema SWIFT ha provocado un debate sobre la funcionalidad de las sanciones y el equilibrio entre castigar a Rusia por sus acciones militares y mantener los canales abiertos para ciertos bienes esenciales como los alimenticios. La UE se enfrenta así a un dilema significativo: ceder a las demandas rusas podría interpretarse como una debilidad en su postura sancionadora, pero negarse a hacerlo podría obstaculizar cualquier avance hacia una resolución pacífica en el Mar Negro.
Mientras tanto, Estados Unidos ha mostrado una cierta apertura a facilitar el uso de canales de pago para productos agrícolas, aunque sin confirmar una reconexión formal al sistema SWIFT. Este gesto refleja la complejidad de las negociaciones y la búsqueda de compromisos que permitan avanzar hacia la paz sin sacrificar los principios fundamentales que han guiado la respuesta internacional ante el conflicto en Ucrania.
Las negociaciones en Riad han dejado en claro que la guerra en Ucrania no se lucha solo en los campos de batalla, sino también en las salas de conferencias y los corredores del poder financiero internacional. Cómo se resuelva esta particular disputa sobre el sistema SWIFT y los fondos congelados podría determinar no solo el futuro inmediato del conflicto en Ucrania, sino también el diseño de futuras estrategias económicas y diplomáticas en la arena internacional.