Durante la velada del miércoles de ‘La Promesa’ dio mucho más que indicios: lanzó una bomba del tiempo narrativo. Detrás de la calma que aparenta la historia, los personajes se desplazan como piezas de ajedrez en un tablero donde el asalto y la verosimilitud están a un paso de convertirse en una misma cosa.
Eugenia, hasta el instante de la historia, sometida a las decisiones de Leocadia y Lorenzo, corta con los grilletes que le atenazaban durante su quehacer penoso e incierto; la decisión de Eugenia provoca a su vez una transformación del papel de poder que encierra la serie. Curro y Lope se insertan en un laberinto que sostiene signos que puede contar el crimen del que se están adentrando.
EL CÓDIGO OCULTO DE LAS JOYAS
La joyería de Esmeralda no es solo un espacio físico en La Promesa: es un mapa encriptado que podría conducir hasta el corazón del misterio. Cada una de las piezas sobre las cuales Curro y Lope se están fijando parece guardar en su interior una parte de la verdad. El broche en forma de serpiente, por ejemplo, no solo alude al ingenio, podría muy bien ser un símbolo de la traición, y podría tratarse de una persona muy cercana a Jana.
En el momento en que Lope estaba sujetando un pendiente en forma de llave el murmuró: «No abre cofres, abre mentiras». Es decir, ¿qué puerta hay que abrir? El guion juega con la simbología histórica para articular su intriga. Las runas del anillo no son ornamentales, sino que pertenecen a la categoría de un antiguo alfabeto, celosamente guardado en documentos secretos. «No es azar que Jana se dedicara a los archivos antes de morir», señala Curro, adosando las conexiones más lejanas sólo hasta ese momento.
Esmeralda, al contemplar su interés, les llegó a dar un medallón roto, con algo en su interior que hacía que fuera ilegible. «Busquen el que complete el conjunto» les dijo al final, dejando claro que era importante la parte que que faltaba…y que había de ser que otro la poseyera. La presión se intensifica al corroborar que estas piezas de joyería no son meras indicios, sino advertencias.
Un reloj de bolsillo sin apuntadores encontrado entre las pertenencias de la Jana cobra sentido: «El tiempo se agotó para ella y no para nosotros», manifiesta Lope, si logran descifrar el mensaje oculto en estas piezas de joyería resuelven el asesinato y desenmascaran una red de poder que desborda todo lo que pueden imaginar. El contratiempo es que al hacerlo, es posible que se conviertan en el siguiente objetivo.
LA REBELIÓN SILENCIOSA DE EUGENIA

Eugenia no ejecutó el impulso de manera instantánea en La Promesa; ella prepara su rebelión minuciosamente. Escenas anteriores revelan sus miradas furtivas hacia los papeles de Leocadia y sus diálogos a destiempo con esclavos de confianza. «No fue por rabia que ella quemó esos papeles; sabía lo que destruía», se atrevió a comentar Lorenzo, ya muy tarde, para detenerla. En el fuego había un contrato de matrimonio arreglado y papeles que unían a la familia con un negocio turbio. Eugenia no solo renunció a su destino: lo hizo estallar en llamas.
Pero, ¿qué fue lo que determinó ese destino? Un indicio está en el encuentro con Martina días antes, en el que se avanza en palabras de doble sentido: «A veces, la obediencia es otra forma de prisión», le había contado Martina, en la que Eugenia, inicialmente indiferente, va asimilando dichas palabras, y ahora, libre de ataduras, nos presenta una jugada incierta, que podría ser si va con Curro y Lope, ya que sus pesquisas amenazan a la misma gente que la dominaba, o si juega ella sola un juego en que todos mienten.
Leocadia y Lorenzo lo tenían claro; ellos, la pareja protagonista, eran quienes mandaban; pero el público no pensó lo mismo. En redes lo dan por hecho: «Eugenia sabe más de lo que dice»; «mira esa complicidad con Rómulo en un pasillo». Si su rebeldía era sólo el primer acto, lo que queda puede reformular el curso del equilibrio de fuerzas en la serie. Lo seguro es que, tras este capítulo, nadie volverá a ver a Eugenia como la doncella sumisa.
LA PAZ FINGIDA EN LA PROMESA

Petra no ha cambiado: ha perfeccionado su máscara. Cada gesto de amabilidad —como ofrecerle a María una taza de chocolate caliente— parece estar medido. «El veneno no siempre está en la copa de vino; a menudo se encuentra en la sonrisa», se permitió comentar María a Samuel, quien no obstante se obstina en argumentar que hay que darle a Petra el beneficio de la duda.
Pero un pequeño detalle delata la hipocresía de la ama de llaves: el interés repentino por los movimientos de Curro. «¿Por qué se interesa tanto por él si lo ha tratado siempre con desprecio?». Rómulo, porque también lo andan buscando, aunque intenta sofocar los ánimos, no se ve completamente libre de la sospecha. Su conversación privada con Emilia la pudo captar María, quien ahora asoma la duda también con respecto a él.
El servicio ya no es un lugar de complicidad, sino un verdadero campo de batalla en donde cada intervención se usa como un arma. Hasta el duque de Carvajal parece haber notado la tensión que en el servicio se ha ido fraguando, ya que preguntó a Martina: «¿Cuánto crees que aguantarán tus leales antes de romper filas?». El capítulo terminó con una escena terrorífica: Petra sola en la cocina guardó en su delantal un bote de cristal con un líquido turbio.
¿Medicamento de alguien… o algo más siniestro? La cámara no nos enseñó el rostro de Petra, aunque sus manos temblaban ligeramente. Si Petra tiene en mente un plan, el servicio no será la única víctima: la casa se desplomará del todo. Y en medio de una Eugenia sublevada, con un Curro y un Lope en búsqueda de la verdad, y una Martina ante el abismo, la promesa de justicia no apunta sino a la promesa de la venganza.
La entrada ‘La Promesa’: La decisión de Eugenia que deja locos a Leocadia y Lorenzo aparece primero en Merca2.es.