Un Regalo Misterioso Altera la Tranquilidad en La Promesa

Lope jamás pensó que el paquete que le enviaba Esmeralda en La Promesa se tratara de una bomba de relojería disfrazada de regalo. Al abrirlo, se encuentra con objetos que aparentan ser inofensivos: una llave antigua, un trozo de tela bordada y una carta que contiene algunos versos que invitan a su interpretación.

Cada uno de los elementos parece contar una entreverada o incómoda verdad, aunque el mensaje se resiste a ser descifrado, mientras que Curro, siempre pragmático e interesado, propone quemarlo, aunque Lope intuye que esas pistas podrían hacer que cambien sus vidas.

Quizás lo más inquietante no es el contenido, sino la sombra de Esmeralda, que parece alargarse aún estando ausente: ¿por qué enviar algo ahora?, ¿es una advertencia o una trampa?, la decisión de no decir nada ni a Ángela no es casual, saben que algunas verdades, del mismo modo que el fuego, arden más cuando intentan protegerlas. Mientras pasa el tiempo, la tensión entre ellos crece: Curro desconfía, Lope se obsesiona y el paquete se convierte en un tercero en discordia en su amistad.

La llave, rocosa, pero firme, se adivina de un cofre o de una puerta olvidada, pero, ¿cuáles son los secretos que contiene? Las noches de Lope son de desvelos y de conexiones entre los versos de la carta y los acontecimientos recientes de La Promesa, y un nombre se repite, difuminado por el tiempo: “María Luisa”. ¿Una antigua moradora del palacio? ¿Una clave para entender el presente?

Curro, mientras tanto, está al acecho de las ventanas convencido de que alguien más sabe lo del paquete. A partir de una tela bordada, bien se observa que el escudo está algo desteñido; se parece -y no es casualidad- al de una familia noble que hace años ha desaparecido. ¿Coincidencia o advertencia? Si es el propósito de Esmeralda conseguir la discordia, lo ha conseguido: Lope es incapaz de fiarse ni de su sombra.

Y cuando Ángela le pregunta por la razón de sus caras largas, ambos mienten con una sonrisa tensa. La complicidad del silencio es el que une a los dos y a la vez los separa. La última pista está en el reverso de la carta: unas coordenadas geográficas apenas legibles. Lope es consciente de que seguir una pista es peligroso, pero también lo es ignorar lo que puede serlo. Mientras la luna se posa sobre el patio de La Promesa, jura volver a resolver el enigma antes de que sea demasiado tarde.

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