En un giro sorpresivo que marca una nueva fase en la política alemana, Alice Weidel, cofundadora del partido Alternativa para Alemania (AfD), pronunció un discurso que resonó con fuerza en el congreso del partido celebrado en la ciudad de Riesa, colocando el término «Remigración» en el centro de la estrategia electoral del AfD. Este término, asociado previamente con figuras de la extrema derecha como Martin Sellner y debates sobre la expulsión forzosa de inmigrantes, parece ser ahora uno de los pilares de AfD para las elecciones venideras del 23 de febrero.
La aparición de Weidel como candidata oficial sugiere una postura intransigente del partido, especialmente después de desentenderse del concepto de «remigración» tras revelaciones de una reunión secreta que lo discutía, lo cual había generado una considerable controversia pública. Pese a distanciarse inicialmente, el partido ha incorporado ahora este término en su plataforma, un movimiento que indica una posible radicalización de su postura migratoria y un desafío claro a las normativas europeas sobre asilo y migración.
Este cambio de dirección ocurrió en un contexto en el cual AfD ha experimentado un resurgimiento en las encuestas, posicionándose como el segundo partido con mayor intención de voto. Los analistas políticos sugieren que AfD está capitalizando el descontento público con las políticas de puertas abiertas hacia los migrantes y refugiados. Sin embargo, la posibilidad de que AfD llegue al poder sigue siendo remota, dado el compromiso de otros partidos alemanes de mantener un «cordón sanitario» contra la formación de coaliciones gubernamentales con elementos de extrema derecha.
La plataforma de AfD, tal como fue presentada por Weidel, aboga no solo por políticas de migración más estrictas, sino también por reducciones de impuestos, una salida de la Unión Europea y el euro, la reanudación de la energía nuclear, y la retirada del Acuerdo de París sobre cambio climático. A pesar de comprometerse con la OTAN, AfD busca estrechar relaciones con aliados internacionales, como se insinúa en el encuentro virtual entre Weidel y Elon Musk, y en su interés por establecer lazos tanto con Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump como con Rusia.
La campaña de AfD y la figura de Weidel, quien rompe con el molde tradicional de liderazgo del partido por su vida personal y posturas, reflejan una estrategia para atraer a un electorado más amplio, incluyendo aquellos reticentes a apoyar las medidas más extremas del partido. Sin embargo, la retórica empleada, junto con la polémica generada alrededor del término «remigración» y comparaciones con eslóganes del pasado, ha provocado protestas y ha reavivado el debate sobre la inclusión de discursos de extrema derecha en el panorama político alemán.
A medida que AfD se prepara para las elecciones de febrero, la dinámica política en Alemania se enfrenta a un momento decisivo, donde la trayectoria de la política migratoria y la relación del país con la Unión Europea podrían experimentar cambios significativos, dependiendo del resultado electoral y la capacidad del partido de forjar alianzas o influenciar el discurso nacional.