En la última edición de «GH Dúo 3», el show de Telecinco que reúne a parejas o ex parejas de famosos en la casa de Guadalix de la Sierra, ha surgido una crítica que parece unir tanto a televidentes como a participantes del programa: la pasividad de algunos concursantes. La acusación de ser «muebles» y evitar mojarse para así continuar en el juego ha llevado a la producción a tomar medidas drásticas para revitalizar el entretenimiento y el dinamismo dentro de la casa.
El comentario fue destacado por Miguel Frigenti, uno de los concursantes más vocales de esta edición, quien expresó su descontento con la actitud de sus compañeros, especialmente después de la introducción de Lucía Sánchez y María Jesús Ruiz en la casa. Estas dos concursantes, ganadoras de ediciones anteriores del reality, recibieron una invitación especial para quedarse por una semana, en un intento por la producción de alterar la monotonía y estimular más acción por parte de los habitantes.
Desde su entrada, Sánchez y Ruiz no tardaron en señalar la diferencia entre cómo se perciben los concursantes desde fuera y su comportamiento dentro de la casa, notando una falta significativa de confrontaciones y dinamismo, algo que esperan cambiar durante su corta estancia. Este esfuerzo por parte de la producción también incluyó aplicar presión sobre Óscar Landa, Maica Benedicto y el ya mencionado Frigenti, buscando a través de ellos generar contenido más llamativo para el público.
En una queja abierta, Frigenti resaltó el trabajo que conlleva participar en «GH Dúo 3», enfatizando la necesidad de ser auténticos y expresivos, a pesar de que esta franqueza implique trabajar y exponerse a críticas o conflictos. Este llamado a la acción resuena con la estrategia comúnmente empleada por concursantes que optan por mantenerse al margen y evitar errores para no ser nominados al abandono de la casa, algo que, según Frigenti, solo contribuye a una percepción pública de inactividad y falta de interés.
Este desafío lanzado por la producción, junto con la presencia provocadora de Sánchez y Ruiz y las declaraciones incendiarias de Frigenti, pone de manifiesto un intento por recapturar la esencia del «Gran Hermano», un programa que históricamente ha prosperado en el drama, las alianzas cambiantes y, sobre todo, en la autenticidad y espontaneidad de sus participantes. Resta ver si estas medidas conseguirán reavivar el espíritu combativo y la participación activa en el juego o si, por el contrario, confirmarán la evolución del reality hacia un formato más pasivo y calculador por parte de sus concursantes.