La Carta de López Obrador a Felipe VI: Un Giro Inesperado en las Relaciones Hispano-Mexicanas

En un giro histórico para las relaciones internacionales entre España y México, la ausencia anunciada del monarca español, Felipe VI, en la ceremonia de investidura de Claudia Sheinbaum como presidenta electa de México, marca un nuevo capítulo en la «pausa diplomática» que ha caracterizado a estos dos países desde hace más de cinco años. Este acontecimiento subraya la tensión existente, subrayando diferencias profundas en la percepción de la historia y las relaciones actuales.

La victoria de Claudia Sheinbaum, miembro fundador del partido Morena, en las recientes elecciones presidenciales de México, abría la posibilidad de un reacercamiento entre los dos países. Andrés Manuel López Obrador, presidente saliente de México, había sugerido una oportunidad para restablecer el diálogo bilateral, tras una pausa declarada en 2022 donde manifestó la ausencia de «respeto» de España hacia México. Sin embargo, la decisión de no extender una invitación formal al rey Felipe VI para la ceremonia de toma de posesión, y la consecuente negativa de España a participar en el evento, señalan que las heridas del pasado y los desacuerdos del presente siguen muy vivos.

El origen de este largo desencuentro se remonta a 2019, cuando López Obrador solicitó a Felipe VI y al Papa Francisco que pidieran perdón a los pueblos originarios de México por los abusos cometidos durante la Conquista. Esta solicitud, rechazada por el Gobierno español que argumentó que los eventos de hace 500 años no pueden juzgarse con criterios actuales, puso de manifiesto las fricciones en la interpretación de la historia compartida entre ambas naciones.

Ahora, el acto de investidura de Sheinbaum como primera mujer presidenta de México, previsto para el 1 de octubre, contará con la presencia de líderes de varios países, incluidos Brasil, Chile y Colombia, pero no de España, ni de algún otro país europeo. Este hecho señala una posición de solidaridad o, posiblemente, de cautela por parte de las naciones europeas ante la tensa relación entre México y España.

El discurso de José María Aznar, negándose a pedir perdón y desafiando las críticas de López Obrador, subraya aún más la rigidez en las posturas de ambas partes. El llamado de López Obrador a una «pausa» en las relaciones, aludiendo al tratamiento de México como «tierra de conquista» y acusando a autoridades y empresas españolas de aprovechamiento, deja en claro que la reconciliación y el restablecimiento de relaciones cordiales requerirán de un trabajo diplomático sustancial y, sobre todo, de una voluntad para enfrentar y entender los aspectos más espinosos y dolorosos de su historia común.

A medida que se acerca la fecha de la toma de posesión de Sheinbaum, la ausencia de España en el evento no solo es simbólica de las tensiones actuales, sino que también plantea interrogantes sobre el futuro de las relaciones bilaterales entre estas dos naciones. La situación refleja un momento crucial, no solo para México y España, sino también para la diplomacia internacional, donde el respeto mutuo y el entendimiento del pasado cobran importancia primordial en la configuración de un futuro compartido.

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