Han pasado más de cuatro meses desde que el defensor de las ballenas norteamericano-canadiense Paul Watson (73 años), fue encarcelado en Nuuk (Groenlandia) bajo prisión preventiva. La policía de Dinamarca lo arrestó el pasado 21 de julio siguiendo una orden internacional de detención emitida por la Interpol, aprovechando que Watson hizo una parada con su embarcación para repostar en la isla ártica. Desde entonces, este activista famoso por obstaculizar la caza de ballenas por los océanos de todo el mundo, espera su destino: ser extraditado a Japón, donde se le acusa de «ecoterrorista» y se enfrenta a 15 años de prisión, o ir a Francia, país que ha anunciado que le brindaría asilo político.
Quien tiene que decidir sobre el futuro de Watson, fundador de Greenpeace y de la ONG ambientalista Sea Shepherd, es Dinamarca. Pero desde el Ministerio de Justicia del país nórdico se tienen muchas dudas sobre si seguir la petición de Japón, o la oleada internacional de solidaridad que ha levantado el caso, liderada por el presidente de Francia, Emmanuel Macron, quién afirmó «haber intervenido ante las autoridades danesas» para intentar poner a Watson en libertad.
Otras ONG ambientalistas, así como actores famosos de Hollywood y una lista de 72 eurodiputados (entre ellos españoles) se han sumado a la campaña mundial pidiendo la libertad de Watson. Por otro lado, el Gobierno de Copenhague también se siente presionado desde sus territorios autónomos (las Islas Feroe), donde la caza de ballenas está permitida y se han enfrentado en más de una ocasión a las acciones de Paul Watson.
Por el momento, el ministro de Justicia, Peter Hummelgaard (socialdemócrata), aún no ha dicho cuando piensa tomar la decisión, y solamente se ha limitado a declarar que han pedido información adicional a Japón sobre las acusaciones de «robo, daños a la propiedad, obstrucción del negocio, y daños personales» que pesan sobre Watson. Los abogados del activista defienden que la pena de 15 años a la que se enfrenta Watson en Japón es completamente desmesurada por el tipo de cargos que se le imputan. Además, la letrada Julie Stage ha añadido que «no esperamos que nuestro cliente reciba un juicio justo en Japón, ya que creemos que se trata de una persecución política para parar su activismo».
Paul Watson se ha ganado la fama mundial y es considerado como un icono moderno del activismo medioambientalista por ser el azote de la caza ilegal de ballenas. Sus acciones, en las que se enfrenta a barcos balleneros en alta mar desde una pequeña lancha, han tenido aún más repercusión gracias a la serie que el canal estadounidense Discovery le dedicó, con el título Guerras de ballenas, la historia del capitán Watson.
El activismo medioambiental de Paul Watson se remonta a los hippies de Vancouver en los años 70, cuando él y sus compañeros fundaron la organización Greenpeace. Pero unos años más tarde, Watson fue expulsado de la organización por sus métodos de acción directa y más radicales. Así fundó su propia organización conservacionista, Sea Shepherd, cultivando una imagen de activista rebelde que se envuelve con una bandera pirata de color negro adornada con un tridente de Neptuno.
A lo largo de su trayectoria como activista, Watson ha sido condenado varias veces por sus actos, por ejemplo, en 1997 fue inculpado por el sabotaje de un barco pesquero noruego, y en el año 2012 fue detenido en Alemania a petición de Costa Rica tras la acción contra un barco que pescaba aletas de tiburón. En las Islas Feroe, Watson también ha protagonizado varios episodios durante la polémica caza de ballenas piloto que tiene lugar en el archipiélago, en la que cada año se capturan alrededor de 700 ballenas y varios centenares de delfines.
El mismo Watson ha definido sus acciones como «agresivas no violentas» que en varios casos han terminado con daños materiales o el hundimiento de barcos balleneros. En el caso de su detención en Groenlandia, el gobierno autonómico de las Islas Feroe ha evitado pronunciarse en público. Sin embargo, el diputado feroés en el parlamento danés, Sjúrður Skaale, evita hablar del activista como un héroe medioambientalista: «se comporta como un auténtico matón, no es un héroe, es un criminal y un showman».
En un documental de la BBC grabado en las Islas Feroe, se muestra cómo la policía lanzó gases lacrimógenos contra Paul Watson y el resto de activistas, que respondieron tirando bengalas contra las autoridades.
La caza comercial de ballenas, solo permitida en 3 países en el mundo
Cuando Paul Watson fue detenido en Nuuk, su embarcación se dirigía hacia la zona del Pacífico norte occidental, donde se encontraba el ballenero japonés Kangei Maru, con capacidad de almacenar 600 toneladas de carne de ballena. La caza de estos cetáceos fue prohibida por un acuerdo internacional en 1986, inicialmente suscrito por Japón, pero del que el gobierno de Tokio se retiró en 2019 para permitir retomar la actividad de la industria ballenera. Actualmente, la caza de ballenas con fines no científicos solamente está permitida en dos países más, Islandia y Noruega.
En el país asiático, aunque el consumo de carne de ballena sea cada vez más reducido, la industria ballenera sigue teniendo el apoyo estatal al ser considerado un arte de pesca tradicional. A pesar de la prohibición de pescar ballenas con fines comerciales en la mayoría de países del mundo, la conservación de estos animales sigue siendo un reto ecológico y cada año se cazan unos 1.200 ejemplares. En cambio, en otras latitudes como en Australia, donde se dejaron de pescar ballenas en el año 1978, la población de estos animales se ha recuperado a niveles de la preexplotación.