En una reciente entrevista con la televisión estatal rusa, el presidente ruso, Vladímir Putin, expresó su disposición para mantener una reunión con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Putin destacó la necesidad de abordar diversos temas de interés mutuo para ambos países, incluyendo la situación en Ucrania. El líder ruso elogió a Trump, calificándolo de inteligente y pragmático, y señaló la apertura de Moscú hacia un trabajo conjunto basado en la disposición mostrada por el mandatario estadounidense.
Putin manifestó su interés por resolver cuestiones de estabilidad estratégica y económica, subrayando la posibilidad de encontrar puntos en común con la actual administración estadounidense. Asimismo, en la entrevista conducida por el presentador Pável Zarubin, Putin sugirió que el diálogo sereno y abierto podría facilitar el entendimiento entre ambas naciones.
En relación a la crisis en Ucrania, Putin insinuó que el conflicto podría haberse evitado si Trump hubiese sido reelegido en 2020, sugiriendo que la «victoria robada» de Trump tuvo consecuencias en la escalada de tensión en la región. Además, el presidente ruso criticó la prohibición de Kiev, impulsada por un decreto, de iniciar negociaciones con Rusia, instando a aquellos que financian a Ucrania a presionar para el inicio de conversaciones.
Putin también comentó sobre la amenaza de Trump de imponer nuevas sanciones a Rusia si continúa la guerra en Ucrania, expresando dudas sobre que el líder estadounidense tome medidas que puedan perjudicar la economía de Estados Unidos. El presidente ruso valoró el pragmatismo de Trump, a quien considera dispuesto a reunirse «de inmediato» para negociar un acuerdo de paz en Ucrania, subrayando la urgencia de tal encuentro en vista de las pérdidas humanas en el conflicto.
La expectativa de un posible diálogo entre Putin y Trump ha sido recibida con interés por la comunidad internacional, en momentos donde la búsqueda de soluciones a los conflictos y tensiones entre Rusia y Estados Unidos es más necesaria que nunca. La voluntad expresada por ambos líderes de sentarse a negociar podría marcar un punto de inflexión en las relaciones bilaterales y, potencialmente, en la resolución del conflicto en Ucrania.