La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) ha hecho entrega de los restos identificados de José Almena Castro, natural de Chicón, Ciudad Real, muerto el 28 de abril de 1943 en la Cárcel provincial de León, en plena dictadura franquista. Su cuerpo fue inhumado posteriormente en el Cementerio civil de León. Además de los restos, le han sido entregados a los familiares dos objetos que aparecieron en la exhumación: un anillo y una maquinilla de afeitar.
Según la documentación recabada por investigadores de la ARMH, José Almena Castro murió a causa de un colapso cardíaco o de una tuberculosis, que pudo ser consecuencia del mal trato que sufrían los presos políticos y la falta de cualquier atención sanitaria digna. Su familia había solicitado la exhumación de su cuerpo para ser trasladarlo posteriormente al cementerio de su localidad, Chillón. La misma familia desconocía el paradero de José Almena, como en muchos casos se trata de una historia familiar incompleta.
El cuerpo de José Almena fue localizado cuando la ARMH investigaba el paradero de Genera Fernández, maestre de Omañas, León, exhumada en junio de 2019.
Los trabajos fueron llevados a cabo por un grupo multidisciplinar de voluntarios y voluntarias de ARMH y se prolongarán a lo largo del fin de semana con la presencia de los familiares de José Almena Castro.
Esta tarde, la ARMH ha entregado sus restos identificados a un grupo de familiares, que en un acto sencillo han querido depositarlos en una tumba familiar,
La víctima
José Almena Castro nació el 19 de mayo de 1922 en Chillón y en el año 1940 es sometido a un juicio sumarísimo (causa 8574/ 1940). El 23 de septiembre de 1940 es ingresado en la Prisión de Partido de Chillón hasta el 20 de marzo de 1941, momento en el cual es trasladado a la Prisión Provincial de Ciudad Real. Sobre él pesaba una acusación de auxilio a la rebelión por entregar un fusil a los guerrilleros, aunque algunos testimonios señalaban que pudo ser amenazado por los huidos para hacer tal entrega. Asimismo, no se encuentran datos sobre su filiación política antes, durante y después de la Guerra Civil. No obstante, esto no impide que en el auto emitido el 15 de febrero de 1941 se le acuse de haber convivido y colaborado con los guerrilleros. Con todos estos cargos acude a la sesión plenaria del 26 de septiembre de 1941 y el 19 de enero se no tífica la resolución: el encausado es condenado a la pena de muerte por un delito de adhesión a la rebelión, aunque se propone automáticamente su conmutación, siendo condenado, por tanto, a treinta años de prisión. Esta condena, sin embargo, no la cumple en Ciudad Real, sino que es trasladado a la Prisión Provincial de León. Dentro del sistema carcelario español, el cuerpo de los presos fue un vehículo de aprendizaje y de castigo. El hambre fue una de las manifestaciones más claras de esta concepción. Las escasas raciones y en malas condiciones generaban dolores y malestar entre los reos. A ello se le sumaba la suciedad, un elemento que humillaba al preso que se acercaba poco a poco a la condición de animal. Por otro lado, la suciedad creaba importantes problemas de salubridad, así como el caldo de cultivo adecuado para que proliferasen todo tipo de enfermedades y epidemias. Finalmente, la situación de los habitantes de los centros carcelarios se veía agravada por la presencia de carceleros que recurrían a la burla y al escarnio (Núñez Díaz-Balart 2009). Estas condiciones infrahumanas favorecieron que José Almena Castro contrajese tuberculosis y muriese el 28 de abril de 1943. Según los libros de enterramiento del Cementerio de León, fue enterrado en la parte civil del cementerio (cuartel A, manzana E, sepultura 5), un lugar destinado a la sepultura de víctimas de la represión y desafectos al régimen como Marcelino de la Parra, Genara Fernández o Lorenzo San Miguel o los guerrilleros bercianos Rafael Verdial y Severino Nieto.