La reciente entrevista de Kiko Rivera en Telecinco ha traído consigo un torrente de revelaciones que van más allá de su ruptura con Irene Rosales. Después de que ambos prometieran no hablar de su divorcio en televisión, la vuelta del hijo de Isabel Pantoja a la pequeña pantalla ha causado revuelo, especialmente por la inesperada competición en audiencias con programas establecidos como «La Voz», que, por primera vez, se vio superado por «¡De viernes!» presentado por Santi Acosta y Beatriz Archidona.
Con un alto de 14,3% en el share y más de un millón de espectadores, el formato de crónica social ha logrado captar la atención del público de una forma que hacía tiempo no sucedía. Pero dejó claro que, en el centro de la controversia, están las emociones humanas que acompañan a las relaciones rotas y a las verdades ocultas.
Kiko, en su reaparición en el espacio, no se esquivó de los temas espinosos. Comentó su nula relación con su madre, Isabel Pantoja, revelando que en un momento de su vida, cuando se encontraba en la oscuridad tras un ictus, ella no estuvo a su lado. A través de sus palabras, se nota un profundo deseo de reconexión familiar, marcado por la tristeza. A pesar de los feudos públicos, Kiko expresó que aunque su madre había tratado de acercarse, la conexión no se había restablecido de la manera que él anhelaba.
La relación con Irene también fue un punto central de la charla. Reconoció que la rapidez con la que se casaron y tuvieron una hija dejó poco espacio para disfrutar de su vida como pareja, y que su viaje matrimonial se había visto empañado por problemas de fidelidad. Kiko admitió que su matrimonio terminó en un desgaste inevitable, lo que llevó a imaginar que su expareja también sentía que la relación estaba muerta mucho antes de que se rompiera oficialmente.
El sufrimiento de Kiko también se veía reflejado en su arrepentimiento por haber perdido el contacto con su hermana, Isa Pantoja. Desea reparar las cosas, tener momentos en familia y compartir la vida con los hijos de ambos, reconociendo que el tiempo perdido no se puede recuperar, pero sí se puede intentar enmendar.
No todo en la entrevista fueron palabras de pesar; Kiko también confirmó un episodio muy mediático: el controvertido lío con la manguera, donde se sintió atrapado en una situación que no supo manejar. Al recordar esto, revela no solo su arrepentimiento, sino una huella de su propia vulnerabilidad en un universo que parece a menudo más de espectáculo que de ternura.
Finalmente, su relación con sus hermanos fue otro tema crucial. Mientras algunos lazos se han estrechado, otros parecen más frágiles. A pesar de las diferencias con algunos de ellos, como Francisco, Kiko muestra su deseo de que todos encuentren su camino. En esta multifacética entrevista, se reveló un Kiko más humano, más cercano a las preocupaciones cotidianas que afectan a todos, más allá de su vida en los medios.

















