El emblemático programa de Telecinco, Sálvame, continúa su proceso de transformación con la salida, en esta ocasión, de Kiko Matamoros, un colaborador que ha sido parte fundamental de su historia. Tras la reciente despedida de figuras como Belén Esteban y las bajas de Kiko Hernández, Lydia Lozano y Víctor Sandoval, la pérdida de Matamoros representa un nuevo golpe para el que alguna vez fue el buque insignia de la tarde televisiva.

La decisión de Matamoros, anunciada de manera sorpresiva en plena emisión de No somos nadie, el último intento de revivir el espíritu de Sálvame, parece estar ligada a las tensas interacciones con la presentadora María Patiño. Recientemente, las diferencias entre ambos se hicieron evidentes, culminando en discusiones cada vez más acaloradas que obligaron al colaborador a reflexionar sobre su lugar en el programa. «Hoy toca decir adiós. Gracias a los que me habéis apoyado», expresaba Matamoros en un mensaje en redes sociales tras una de sus confrontaciones con Patiño.

Su mensaje de despedida fue directo y cargado de emociones. «He decidido dejar de colaborar con No somos nadie», afirmaba, reconociendo que «las circunstancias públicas y evidentes» lo llevaron a esta decisión, aunque se cuidó de no responsabilizar a nadie en particular. Matamoros se mostró lúcido en su análisis, señalando que tal vez el culpable de la situación era él mismo, por haber permitido el desarrollo de tensiones que finalmente lo afectaron. «Busco mi paz, tranquilidad y felicidad», recalcó, haciendo eco de una búsqueda personal que ya no podía satisfacer en el programa.

En un tono melancólico, el colaborador agradeció a su equipo y a La fábrica de la tele por los años compartidos y las oportunidades de crecimiento profesional. Recordó su llegada a la televisión en 2007, vinculándose a la productora en un escenario donde se sentía valorado, pero admitió que ya no podía subir a plató sin sentir malestar. “No quiero que en mi casa se sientan mal viéndome en la tele”, confesó.

Pero más allá de su adiós a la televisión, Matamoros vislumbra un futuro con nuevos proyectos. Aseguró que su carrera en los medios no terminaría aquí y mencionó un apasionante emprendimiento: fundar un centro de rehabilitación para drogodependientes en Bilbao llamado Mens Sana. Este proyecto, que espera abrir sus puertas en marzo, refleja una búsqueda de redención y el deseo de contribuir al bienestar de aquellos que enfrentan adicciones. «Es la forma más efectiva de tratar la drogodependencia. No le despojas a la gente de la presencia de la gente que le quiere», comentó, visiblemente afectado al compartir su experiencia personal en este ámbito.

Con una profunda emoción, Matamoros compartió un mensaje de esperanza: “Me he demostrado que de la droga se sale. Con cojones y ganas de no hacer daño a la gente que te quiere”. Así concluía un capítulo de su vida tanto en lo personal como en lo profesional, marcando la retirada de un símbolo de la televisión de la cultura del espectáculo y la controversia, dejando un vacío palpable entre los seguidores de Sálvame.

La evolución del programa, en el que Kiko Matamoros se convirtió en uno de los rostros más conocidos y controversiales, sigue su curso. Sin dudas, su salida marca el final de una era, dejando a los aficionados del formato con un profundo sentimiento de nostalgia. La pregunta que queda en el aire es cómo se rediseñará esta dinámica después de tantas despedidas y qué nuevos rostros podrían ocupar el vacío que deja este carismático colaborador.

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