Kiko Hernández irrumpe con determinación ante la agitación y tensiones en ‘La familia de la tele’

El ambiente televisivo se vio sacudido este miércoles, 14 de mayo, por el tumultuoso inicio de «La familia de la tele», un suceso que nadie anticipó. Lo que debería haber sido un arranque prometedor para el nuevo formato de Televisión Española, rápidamente degeneró en un escenario de tensión con Belén Esteban amenazando con dejar el programa, Kiko Matamoros criticando abiertamente los pobres resultados de audiencia, y otros presentadores expresando su incomodidad al aire. Sin embargo, fue Kiko Hernández, hablando desde Ten, quien intentó restaurar el orden en medio del caos.

Antes de comenzar su propio programa en Canal Quickie, el refugio de antiguos miembros de «Sálvame» para divertir a la audiencia, Hernández buscó conectar con el equipo de «La familia de la tele». Con más de 15 años de experiencia en el medio, su desilusión fue palpable. «No os conozco», reprendió a sus compañeros, destacando la falta del humor y la espontaneidad que solían caracterizar sus programas.

El mensaje de Hernández resonó especialmente, llevando a lágrimas a muchos y despertando reflexiones. Subrayó la importancia de la risa y el desenfado, incluso a costa de los índices de audiencia, un enfoque que parecía haberse perdido en el nuevo programa. «¡Me estáis decepcionando!», exclamó, marcando un contrapunto a la tensión imperante.

Este descontento no se limitó a los presentadores en pantalla. Matamoros, fuera de cámaras, admitió sentir envidia por la situación laboral de Hernández, un sentimiento compartido por Patiño. «Os falta esto, el cachondeo», sentenció Hernández, ahora colaborador en «Tentáculos» junto a Carlota Corredera.

La conversación se intensificó cuando Hernández confrontó directamente a Belén Esteban sobre su amenaza de abandonar el programa, incentivándola a ser ella misma y recobrar su característica espontaneidad y energía. El mensaje estaba claro: el público deseaba ver la versión más auténtica y desinhibida de los presentadores, no a figuras reprimidas y limitadas por el miedo a hablar.

En medio de la crítica, Hernández no dejó de lado a su tocayo y a la presentadora, cuestionando la pérdida de ese «eje del mal» y la falta de la habitual confianza y fluidez en María Patiño, señales de que algo fundamental se había perdido en el camino hacia este nuevo proyecto.

«La familia de la tele» se encuentra, por tanto, en una encrucijada crucial. Debe decidir si seguir por un camino plagado de tensión y descontento, o recuperar el espíritu de genuina diversión y camaradería que una vez definió a sus presentadores. Kiko Hernández, desde su esquina, ya ha lanzado el guante, instando a sus antiguos compañeros a recordar lo que realmente importa en su oficio: la capacidad de reír, incluso en los momentos más difíciles.

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